Por JORGE LAPEÑA EX SECRETARIO DE ENERGÍA DE LA NACION
La Presidenta de la Nación al reasumir sus funciones hizo importantes referencias al funcionamiento del sector energético. En un discurso ómnibus, describió el drama sectorial en toda su intensidad. Palabras más, palabras menos, dijo que si las empresas no hubieran disminuido la producción, no hubiéramos tenido que importar combustibles por u$s 9.000 millones en 2011, al tiempo que admitió que las importaciones crecieron el 107% respecto al año anterior.
La Presidenta describió magistralmente, y tardíamente para un Gobierno que lleva 8 años, el síntoma . Ya no cabe duda de que semejante ritmo de dependencia energética externa no es disimulable; y además es insostenible.
Esa descripción del presente debe ser incómoda para muchos funcionarios que se empeñaron largos años en describir la bonanza energética argentina , y también en denostar a quienes desde diversos ámbitos se animaron a cuestionar el modelo.
El comienzo de 2012 en el sector energético permite identificar un conjunto de problemas estructurales de antigua data.
a) Las reservas de hidrocarburos siguen su tendencia declinante desde hace una década; la inversión de riesgo en exploración es la mitad de la que se realizaba en los ‘80 y se descubre mucho menos que hace dos décadas. Tratándose de recursos no renovables, esto es muy grave.
b) La producción de hidrocarburos continuó en 2011 con la tendencia declinante. La disminución de la producción se viene produciendo desde 1998 en petróleo y desde 2004 en gas natural y es la más grande de toda la historia.
c) La demanda energética crece en todos los rubros: naftas 11,4 %; gas oil (excluyendo usinas) 3,4%; propano y butano 4,1%; gas natural 4,9 %; energía eléctrica 5,4 %. El crecimiento energético, impulsado por variables macroeconómicas y poblacionales, no puede ser satisfecho con una oferta de hidrocarburos en declinación permanente. El resultado es un país volcado en forma neta a la importación energética en todos los rubros pero principalmente en gas natural, fuel oil y gasoil.
d) Los problemas de índole económica los podemos sintetizar en tres grandes rubros: 1) Problemas presupuestarios por el lado de la magnitud y la velocidad de crecimiento de los subsidios que afectan a la hacienda pública; 2) Problemas en el balance comercial del sector energético que afectan a todo el comercio exterior y al balance de pagos; 3) Problemas de ingresos en las empresas energéticas que afectan su funcionamiento y la inversión en ampliación de la capacidad instalada.
e) Argentina perdió el autoabastecimiento energético que exhibía desde 1989 y que logró mantener por más de 20 años y se convirtió en un país dependiente. Ello no se revertirá en el corto plazo y su reversión en un plazo mediato depende del cambio de las políticas y de las tendencias productivas decrecientes actuales.
f) Las leyes que regulan el sector no se cumplen y existe una inexplicable y negativa prórroga de 10 años de la Ley de Emergencia Pública de 2002. En ese contexto no existe confianza generalizada en la legislación.
g) El Gobierno somete a los actores privados a una paradoja paralizante: conserva el orden existente de los ‘90; pero simultáneamente no cumple con dicha normativa ni la modifica. La consecuencia es la parálisis de la iniciativa privada y la desordenada participación de instituciones estatales débiles y obedientes de los funcionarios para evitar que la falta de inversión produzca el efecto políticamente más temido: el corte del suministro.
h) Las instituciones destinadas a regular y establecer la política energética sufren un notable desprestigio y se encuentran vaciadas: el criterio de los funcionarios está regido por el temor y el silencio. Las instituciones regulatorias creadas por ley continúan después de 8 años intervenidas y son altamente dependientes del poder político.
i) El sector energético se asemeja a un conjunto prisionero de funcionarios cuyo discurso es incompleto y mutante y siempre sujeto al veto o al reto del funcionario de más nivel jerárquico. Es realmente difícil que en este contexto político alguien pueda tomar libremente decisiones de inversión de largo plazo para incrementar la oferta de energía en todos los rubros.
A modo de resumen, al sector energético le vendría bien una apertura al diálogo, una mayor transparencia y un mayor respeto por la opinión de cada uno
Fuente: Diario Clarín.
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