miércoles, 31 de agosto de 2011

Post de lectura obligatoria para los recién iniciados en el tema

¿Qué es el Peak Oil?

El Peak Oil, o cenit de producción de petróleo, es el momento en el que la producción mundial de petróleo llega a su valor máximo. A partir del Peak Oil comienza un declive en la producción que al principio es lenta, y después se acelera. En la práctica, como hay países que no explotan sus recursos al máximo (OPEP) la producción se puede mantener más o menos plana durante unos pocos años, una vez llegados a este cenit.

¿No se puede invertir más dinero en la explotación de los pozos para evitar que la producción decaiga?

Pues resulta que llega un momento en que no, porque no es sólo una cuestión de dinero, sino también de ganar energía. A medida que los pozos se agotan cuesta más extraer el petróleo, y entonces se tiene que comenzar a bombear con más fuerza, a inyectar agua o gas a presión, a fracturar la roca que contiene el petróleo, etc. Todo eso, aparte de dinero, cuesta energía. Llega un momento que para absorber los pequeños charcos dispersos que queden aquí y allá se gasta más energía que la que nos dará después este petróleo cuando se queme. En ese momento deja de tener sentido bombear ese petróleo, por qué en vez de estar mejor estamos peor (nos queda al final menos energía).

¿No se pueden solucionar esas dificultades para bombear petróleo con mas tecnología?

La tecnología también tiene un límite, y el caso es que es gracias a la tecnología que hemos conseguido exprimir muchos pozos hasta extremos increíbles. Ya se aplica toda la tecnología que tenemos para recoger tanto como se puede, pero parece que ya no avanzamos de manera significativa, cada pequeña nueva invención da muy poco margen extra, si es que lo da.

¿Así, entonces, llegará un momento a partir del cual el petróleo se agotará?

De hecho el petróleo no se agotará nunca; ésta es una mala interpretación común del problema, y que sirve para dar pie a descalificaciones sumarias del planteamiento que se hace aquí. No es que el petróleo se acabe, es que cada vez saldrá más lentamente, hasta un punto en el que tendremos que pasar prácticamente sin él.

Muy bien, y entonces, ¿cuándo se supone que se llegará a este Peak Oil?

Nunca se podrá estar seguro hasta que no haya pasado suficiente tiempo como para tener perspectiva, pero por lo que parece la extracción mundial de petróleo crudo llegó al Peak Oil en el año 2005, y ahora está en un declive suave. Se ha compensado la pérdida de este petróleo con petróleos sintéticos obtenidos sobre todo de las arenas asfálticas de Canadá y con biocombustibles, pero son fuentes de muy poca calidad (la energía de uno de estos petróleos sintéticos es un 70% de la del de verdad) y encima está costando aumentar su producción, que esté estancada desde 2008. De hecho, la producción total de petróleo del mundo llegó a su máximo, de casi 87 millones de barriles diarios, en Julio de 2008 y todavía no se ha superado esta marca. Para acabarlo de rematar, parece que los biocombustibles dan menos energía que la que se consume para producirlos, y son por tanto un error sólo justificable por las subvenciones que reciben.

Bien, si como dice usted la producción no aumenta desde 2008 y está a punto de decaer, ¿porqué no sube el precio del petróleo? La gasolina está cara, pero no es ni mucho menos tan cara.


La realidad es que en Julio de 2008 la demanda de petróleo superaba a la oferta en un 1%, y el precio del barril de petróleo WTI llegó a los 147 dólares, que es el precio más alto que ha alcanzado nunca en términos absolutos como relativos. Dos meses más tarde Lehman Brothers quebró y la economía occidental entró en barrena. No es una casualidad. Muchos estudios avalen que los altos precios del petróleo causaron que muchas empresas dejasen de ser rentables y quebrasen; entonces, cuando la destrucción económica fue suficientemente intensa la demanda de petróleo cayó como un 5% por debajo de la oferta, y los precios cayeron a lo largo de seis meses hasta los 36 dólares. Desde entonces el precio ha vuelto a subir, y en este momento se mantiene en una franja de entre 70 y 80 dólares. Esto no es una casualidad; después del shock de 2008 varios estudios demostraron que el precio máximo que la economía puede soportar está alrededor de los 80 dólares, y los gobiernos están haciendo todo lo que pueden por que no pase de este valor. El problema es que la demanda de China y de la India es fuerte y forzará un nuevo pico de precios antes de que pase un año (Septiembre de 2011).

Por tanto, ¿debemos esperar que de aquí en un año los precios de los combustibles estén por las nubes?


Pues no, la cosa es más complicada. Cada vez que el precio del barril de petróleo suba mucho, habrá un sector de la economía que no podrá seguir el ritmo y que desaparecerá; entonces la demanda caerá y con ella el precio. Lo que se debe esperar es una sucesión de picos de precios seguidos de fuertes caídas, en sucesión cada vez más rápida, tanto más rápida cuanto la producción de petróleo comience a declinar más fuertemente.

¿Y por qué a los chinos eso no les afecta? ¿Por qué ellos continúan creciendo muy rápidamente?


A las economías emergentes les cuesta menos pagar el petróleo porque ellos no lo usan tanto para uso particular sino para aplicaciones que añaden valor: la manufactura de productos que después nosotros consumimos aquí. Con los precios que nosotros pagamos por sus productos pueden pagar de sobra la factura. Está claro, sin embargo, que a medida que nosotros estemos peor compraremos menos, incluso de los tan baratos productos chinos, y eso acabará por repercutir sobre ellos.

Está bien, subirá el precio de la gasolina, ¿y qué? Usaremos menos el coche hasta que llegue el coche eléctrico.


Nuestra sociedad depende de una manera brutal de la energía barata, y muy particularmente del petróleo. Aparte de los usos energéticos, el petróleo tiene múltiples aplicaciones, que van desde los plásticos hasta los pesticidas, pasando por los reactivos para los medicamentos. Pero incluso contando sólo con sus usos energéticos, dependemos enormemente del petróleo. Si la gasolina y el diésel suben demasiado, no es sólo que no tomaremos el coche, es que se hundirán las fábricas de coches, costará mucho más dinero distribuir alimentos y productos con camión, los precios de los billetes de avión, barco, tren, autocar, etc subirán muchísimo y caerá el turismo, costará más caro potabilizar el agua y el recibo de la electricidad, muchas fábricas tendrán que cerrar, etc. Como consecuencia de todo ello, la desocupación se disparará, justamente en el momento en que los ingresos de las administraciones caerán en picado por la caída de la actividad económica. Si nos toma sin prepararnos la situación puede acabar volviéndose caótica. Es el Oil Crash, es decir, la incapacidad de la sociedad a adaptarse a la falta del petróleo. Por cierto que el coche eléctrico es un bluf gigantesco. No habrá nunca una producción de coches eléctricos a gran escala.

En fin, no puede ser que la cosa sea tan grave. Al fin y al cabo, tenemos otras fuentes de energía, y al final estamos apostando fuerte por las renovables.


Respecto a las otras fuentes de energía no renovables, se tiene que decir primero que adaptar los motores existentes para que las puedan utilizar directamente implica un esfuerzo brutal para el cual no tenemos suficiente capital si lo quisiéramos hacer lo suficientemente rápido; nos llevaría décadas hacer la adaptación. En todo caso, estas otras fuentes están bastante agotadas: el gas natural llegará a su cenit hacia el 2025, pero como es difícil de transportar habrán problemas de falta se suministro regionalmente antes. El invierno pasado hubo cortes de suministro en el Reino Unido, Francia y Alemania, y se piensa que este año podrían reproducirse; a efectos prácticos, el cenit del gas llegará a Europa en 2015. En cuanto al carbón, estudios recientes avalan que el cenit de la energía producida por el carbón será en 2011 (hemos quemado primero el mejor carbón -antracitas- y nos van quedando los más malos -hullas, sub-bituminosos y lignitos). Y por lo que respecta al uranio, habrá un problema grave antes de 2013, ya que un tercio del consumo mundial actual proviene de reservas almacenadas hace décadas y están a punto de agotar, y en cuanto a su cenit (minería) podría ser tan pronto como 2015, y como muy tarde será en 2035, sin llegar nunca a cubrir los niveles de consumo de hoy en día. Se tiene que decir, además, que las actividades de minería consumen mucho petróleo y la falta de éste tendrá una grave repercusión sobre la disponibilidad tanto del gas como del carbón y el uranio.

En cuanto a las renovables, se tiene que entender que no hay nada que iguale la capacidad energética del petróleo. El petróleo se formó por la descomposición de algas marinas acumuladas durante millones de años, y después comprimidas con gran energía por las fuerzas que operan sobre la corteza terrestre. Un litro de petróleo contiene la energía que un hombre en buena forma física tardaría a producir 4 días y medio sin parar. Las renovables no dan para tanto. En España se consumen hoy en día de media 200 Gw de potencia energética total; para producir lo mismo con paneles fotovoltaicos tendríamos que recubrir enteramente dos provincias españolas, pero nos faltaría agua para limpiarlas y mantenerlas, todo lo cual hace inviable este despliegue. Por lo que respecta a la energía eólica, se tendría que recubrir España entera de aerogeneradores, demoliendo las ciudades incluso, para poder obtener esta potencia media. Además, estas fuentes son intermitentes, con lo que en un momento se puede tener excedentes y en otro no tener casi nada. Siendo realistas, haciendo un gran esfuerzo societario se podría cubrir alrededor de un 10% del consumo energético actual con renovables.

¿Y la electricidad? ¿Y el hidrógeno?


Ninguna de las dos son fuentes de energía, sino portadores (carriers) de energía. No son cosas que se encuentren en la naturaleza, que se puedan explotar en yacimientos o minas, sino que se generan a partir de otras fuentes de energía ya existentes y, encima, con cierta pérdida. Tienen interés por el uso que se les puede dar (la electricidad es muy versátil, el hidrógeno es muy transportable) pero se ha de tener la energía para generarlos en primer lugar.

¿Y qué hay del motor de agua? Dicen que el motor existe desde hace muchos años, pero que las petroleras lo esconden.


No ha habido, ni habrá nunca, un motor de agua. El agua es el producto de una combustión, de quemar hidrógeno; ya esta completamente quemado (oxidado) y no se puede aprovechar más. Pensar que habrá un motor de agua es como creer que habrá uno de ceniza.

Espérese un momento. No me puedo creer que de un problema tan grave ni tan siquiera se hable.


La realidad es que sí que se habla, y mucho. Aparte de las páginas web de asociaciones de especialistas (The Oil Drum, Energy Bulletin, ASPO, y la española Crisis Energética, entre muchas otras) resulta que el tema aparece con cierta frecuencia en los diarios, aunque no se le da prioridad en la agenda informativa. Un repaso rápido a las hemerotecas muestra que sólo durante el último año el tema del Peak Oil se ha discutido más de siete veces en La Vanguardia, y un par de veces, con artículos firmados por especialistas, en El País. Fuera de España la cobertura es intensa; por ejemplo, en el Reino Unido rara es la semana que The Guardian, The Independent o The Observer no sacan un artículo sobre el tema, y aunque en Francia y Alemana el perfil informativo es más bajo, el 1 de Septiembre de 2010 Der Spiegel sacó un artículo con una filtración de un informe del ejército alemán en el cual se habla del riesgo geoestratégico y para la democracia que supone el Peak Oil, y en el diario Le Monde hay algunos artículos más generales sobre el tema. Además, representantes de grandes grupos industriales, como ITPOES o la aseguradora Lloyd’s (la más grande del mundo) han sacado informes alertando de la situación actual.

Pero, entonces, no puede ser que nuestros políticos no hagan nada


Sí que hacen. En el parlamento británico hay una comisión permanente sobre Peak Oil, como también al Senado de los EE.UU.; el ministerio de energía británico ha organizado contactos con la industria para abordar el tema, etc. En España la reacción ha sido más tenue; aún así, Gaspar Llamazares depositó una pregunta al Gobierno de España, pendiente de respuesta, el pasado 23 de Junio. Sin embargo, hay en general el miedo de que si el tema trascendiese se podría causar pánico y los mercados se hundirían. Además, los grandes poderes económicos tienen intereses cruzados que hacen que sea más difícil la difusión.

Bueno, si los poderes del país ya se ocupan de la cuestión, ¿por qué tenemos que meternos nosotros?


La realidad es que el tempo político es más reactivo que proactivo, y la falta de rapidez compromete la eficacia de cualquier acción política a nivel estatal e incluso autonómico. Además, la falta de comprensión técnica de todas las vertientes del problema hace que se emprendan políticas contradictorias (se habla del futuro del coche eléctrico cuando es imposible, se dan ayudas a la industria del automóvil a pesar de estar condenada, se quitan las primas a las energía renovables porque hay sobre oferta de electricidad en este momento, etc). El problema del Oil Crash es que la transición puede ser demasiado rápida como para reaccionar a ella, y en el momento que se quiera hacer alguna cosa de verdad faltará tiempo y capital, con los problemas de endeudamiento que sufrimos actualmente. El informe Hirsch, que encargó la última administración Bush, advertía que hacían falta como mínimo veinte años para hacer las adaptaciones pertinentes a la llegada del Peak Oil. También advertía que si no se había hecho nada en el momento de la llegada del Peak Oil sería probablemente una catástrofe. Ésta es nuestra situación actual.

Es inverosímil, ¡¡no me lo puedo creer!!


Es una reacción normal. Tómese su tiempo y busque por usted mismo los datos, contrastándolos con sus medios de comunicación de preferencia. Verá que todos dan los mismos datos, y que los que hacen pronósticos optimistas son rápidamente desmentidos por la realidad. Tómese su tiempo y llegue a la verdad. Quizá esta página web le podrá ayudar: oilcrash.net.

De acuerdo, veo que posiblemente tiene usted razón, y que como mínimo hay un riesgo serio que se ha de mitigar. Pero, ¿qué puedo hacer yo desde mi pequeño alcance? ¿No lo tendrían que ser más bien los Gobiernos quienes lo hiciesen?


Los Gobiernos son prisioneros del día a día y de los grandes intereses económicos, y quieren creer que la actual situación es remontable. Confiar en la acción de los Gobiernos es lo que nos ha hecho perder 30 años, desde las grandes crisis petroleras de los años 70. Sólo que, en aquel momento, la falta de suministro se debía al embargo árabe primero, y la guerra de de Irán e Irak después, en tanto que ahora el problema viene de la falta de capacidad de producción suficiente.

Además, lo que se tiene que hacer se ha de hacer localmente. Faltando petróleo no volverán a venir herramientas, alimentos y mercancías de lejos. Todo se tiene que hacer desde una base local. Y aquí todos y cada uno tenemos un papel que desempeñar sobre nuestro entorno directo.

¿Qué hago, entonces?


La primera cosa es asegurar el suministro local de alimentos. Los alimentos se han de hacer crecer en las cercanías de su población, y si es preciso se ha de cultivar en las parcelas urbanas vacías. Se ha de asegurar que en la población haya suficiente gente con conocimientos y oficios para poder reparar y mantener infraestructuras básicas. Se ha de asegurar que cuando sea necesario habrá una producción local o de proximidad de aquellas mercancías necesarias para el día a día, desde hierros, piedras y ladrillos para la construcción y estructuras hasta piezas para motores sencillos, líneas de corriente eléctrica, etc. Se ha de asegurar que habrá un mínimo suministro eléctrico, y bombillas, calefactores, motores, etc que se puedan fabricar, mantener, reparar y reciclar localmente. Se ha de proponer un plan integral de reciclaje de materiales, los orgánicos para servir de abono de las tierras, y los inorgánicos para ser reutilizados en construcción, reparación y mantenimiento. Se ha de asegurar el suministro, potabilización y tratamiento del agua, ya que pequeños problemas en este apartado generen una alta mortalidad y morbilidad. Se ha de asegurar que nadie padece hambre y que los desempleados no se vuelvan excluidos sociales. Y en suma preparar a la sociedad para vivir con menos.