martes, 30 de diciembre de 2014

Predicciones para 2015




Por Antonio Turiel



Como siempre, es necesario recordar que son meras especulaciones personales a partir de las tendencias observadas actualmente y que por tanto la probabilidad de acierto es relativamente baja.


Volatilidad del precio del petróleo: Ya hemos explicado que la actual situación de bajos precios del barril de petróleo perjudica a todos los productores, tanto países como grandes compañías. Desgraciadamente, la mayoría de los analistas (incluso los que asesoran a nuestros gobiernos) están convencidos de que en realidad lo que está pasando es una guerra comercial en la que Arabia Saudita está intentando arruinar, según la versión, a Rusia, Irán o incluso a los EE.UU. Nada más lejos de la realidad: lo que está pasando es que la demanda cae por la mala evolución económica de Europa, Japón, China, India, Brasil y Rusia. No es que la demanda haya caído mucho, sólo un 1-2%, pero en la actualidad la producción es muy inelástica y una pequeña bajada de la demanda causa una gran bajada en el precio. Se dice que la OPEP y Arabia Saudita están aumentando la producción para hundir los precios, pero en realidad, como muestra el Oil Market Report de la AIE, la producción de la OPEP ha bajado ligeramente desde Septiembre. En realidad lo que sucede es que la OPEP no está dispuesta a asumir ella sola los costes de reducir la producción lo suficiente como para que los precios vuelvan a unos valores convenientes para todos los productores; por su parte, la OPEP ha reducido su producción en la parte proporcional que le correspondería, esperando a que los demás países productores hagan lo mismo. Pero impera una gran desconfianza mutua, con lo que nadie quiere reducir su producción y a lo que asistimos es a un tira y afloja, en el que la cuerda se va tensando hasta que alguna cosa reviente. Como ahora explicaremos, hay varios efectos en marcha, unos que tienden a destruir la demanda (y empujando los precios hacia abajo) y otros que tienden a destruir la oferta (y empujar los precios hacia arriba). Estos efectos se van a ir alternando a partir de ahora, y 2015 será un año similar a 2008 y marcará lo que a partir de ahora será una tónica: grandes oscilaciones de precio del petróleo, es decir, una gran volatilidad. Durante 2015 espero que el precio se mantenga relativamente bajo durante los primeros meses para después experimentar una gran subida hacia el verano o poco después (si hay algún gran evento geopolítico esta subida se podría adelantar), para ser seguida en pocas semanas de una gran caída de precios.


Estallido de la burbuja del fracking: Por otro lado, la actual caída de precios del petróleo lleva a la mayoría de las empresas estadounidenses que se dedican al fracking en busca de petróleo ligero de roca compacta (Light Tight Oil, LTO) a ser completamente inviables desde el punto de vista económico:según Forbes, la compañía promedio necesita un precio de 85$ para el barril de petróleo para cubrir sus gastos (algunas noticias interesadas aseguran que las compañías son rentables con valores más bajos para el precio del petróleo, pero lo hacen no contabilizando el servicio de la deuda, lo cual es absurdo desde el punto de vista contable ya que el financiero es un gasto más a imputar). Dado que hoy mismo el petróleo WTI (el de referencia en EE.UU.) se cotiza a 53 dólares por barril, es obvio que estas compañías pierden dinero a manos llenas. Sólo con la ayuda de la Reserva Federal estadounidense y la gran banca se ha podido mantener a flote la burbuja del fracking, en un esquema que se ha basado en producir hidrocarburos de baja rentabilidadendosándole a otros países el coste real de su explotación vía la impresión de más dólares y la consiguiente exportación de la inflación creada. El problema es que la gigantesca burbuja de los hidrocarburos no convencionales (incluyendo el fracking) es bastante grande ya (yo la estimaba en medio billón de dólares) e inevitablemente reventará, y muy probablemente pasará en 2015, cuando muchas compañías de fracking no puedan devolver sus deudas. Dado el gran apalancamiento financiero de estas empresas, el estallido de la burbuja del fracking creará una crisis financiera que como mínimo tendrá un gran efecto en los EE.UU. Dependiendo de la importancia del fracking en el mercado de productos derivados (que es completamente opaco), esta crisis puede ser regional o global. Con el estallido de la burbuja del fracking, por tanto, se puede desencadenar una recesión global que empujaría el precio del petróleo a la baja por la caída de la demanda. Estimo que hacia principios de 2015 estallará la burbuja del fracking, y la crisis que seguirá se notará con mayor intensidad a finales de año.


2015 será el año del peak oil: Ya sabemos que en términos de energía neta la producción de todos los líquidos del petróleo está en caída desde 2010; sin embargo, la suma de volúmenes producidos (curiosa manera de hacer la contabilidad que usa la Agencia Internacional de la Energía) ha seguido creciendo hasta ahora. Sin embargo, la espiral de destrucción de oferta - destrucción de la demanda que ya hemos comenzado, agravada por los efectos que he descrito más arriba, harán que cada vez se produzca menos volumen de hidrocarburos líquidos. 2015 será, probablemente, el año en el que el volumen de hidrocarburos líquidos empezará a disminuir para nunca más volver a crecer. La caída del volumen de hidrocarburos líquidos producidos en el mundo será una consecuencia de la alta volatilidad de los precios del petróleo: invertir en petróleo se verá como algo muy arriesgado, sin rentabilidad garantizada, y eso agravará la tendencia a la desinversión que ya era evidente a principios de 2014. Los efectos más severos de esta falta de inversión se dejarán sentir hacia finales de 2016, pero a finales de 2015 será ya evidente que la producción ha disminuido. Sin embargo, la recesión rampante y la conflictividad geopolítica harán que nadie preste demasiada atención a este hito histórico.


Desestabilización climática: Durante 2015 seguirá el proceso de cambio climático y los efectos locales del hemisferio norte que describíamos en 2013 en el post "Un año sin verano" y retomábamos este año en el post "Aporía". El clima continuará su progresivo cambio hacia un entorno más hostil.


Fuente: The Oil Crash

martes, 13 de mayo de 2014

Una propuesta de futuro




Con cierta frecuencia se me reprocha que los análisis que aquí hacemos de los diversos tipos de recursos naturales existentes (fundamentalmente los de tipo energético, tanto renovables como no renovables) acaban concluyendo que ninguna fuente de energía en solitario o en combinación con las demás podrá producir en un futuro (nada lejano) una cantidad de energía semejante a la actual, sino una mucho menor. Se tacha a este blog de derrotista o apocalíptico porque el mero análisis factual y desapasionado de los datos crudos nos muestra que la única ruta posible a día de hoy es la del descenso energético. Por mi formación científica mi propósito es mostrar la realidad de la manera más objetiva posible, dejando al margen mis posibles preferencias o deseos, y por desgracia nada de lo que se propone o se investiga ahora mismo promete ninguna salida del atolladero actual, y para mayor mal el curso de los acontecimientos desde que comencé el blog (Enero de 2010) refrenda que nuestro camino inexorable sigue siendo el del descenso energético. Frecuentemente veo comentados algunos posts en diversos foros y siempre aparece una cierta cantidad de comentarios diciendo que me equivoco porque no he considerado tal o cual milagro energético que en realidad ya se analizó aquí algún otro día mostrando que en realidad era un fiasco. Al final, mi actitud aguafiestas, del "nada vale" es tan molesta que se considera socialmente inaceptable por algunos, y muchas personas acaban concluyendo que si digo lo que digo es porque tengo un sesgo (político) de agenda, una visión torcida de las cosas o que simplemente estoy mal de la cabeza. Cualquier cosa antes de acercarse a los datos y ver qué muestran, o de mirar alrededor y ver que ningún milagro energético o de ningún otro tipo está acudiendo en nuestro rescate después de pasados 7 años de esta crisis que no acabará nunca


Hace poco una persona me pedía un apunte de optimismo, que diera alguna alternativa, que propusiera alguna cosa que pudiera funcionar. Ya hemos discutido que ése no es en realidad mi cometido, aunque también es cierto que en realidad sí que puedo proponer medidas eficaces y que nos proporcionarían un futuro que merecería la pena vivirse (y no el futuro de exclusión y neofeudalismo en el que podríamos acabar si seguimos el camino actual). Puedo proponerlas porque son medidas sencillas, de sentido común, una vez que se acepta el diagnóstico simple de lo que está pasando. Al mismo tiempo, no son medidas realmente técnicas, o al menos no relacionadas con encontrar nuevas fuentes o aumentar la producción de energía. Sin embargo, son medidas inaceptables socialmente porque implican romper con un paradigma social y económico que se considera irreemplazable e inmutable, a pesar de que tiene menos de 200 años. Y es que estas medidas implican la necesaria y prioritaria modificación de nuestro sistema económico y financiero.


Casualmente, los compañeros de Véspera de Nada han estado estos días recabando ideas sobre medidas para aumentar nuestra resiliencia yproponerlas al nuevo Parlamento Europeo que votaremos en unos días. La mayoría de las medidas que se han propuesto son las lógicas proviniendo de asociaciones de carácter técnico centradas en el problema de los recursos: mejorar eficiencia, incentivar renovables, acabar con la obsolescencia programada, evitar la mercantilización del agua... Por mi parte, reflexionando sobre qué se tendría que proponer, he introducido ese elemento de debate, el de que el cambio necesario y que debe producirse primero es el del sistema económico y financiero. Algo inusual pero se se mira con detenimiento es lo más lógico del mundo.


Introducción: el problema del crecimiento


La cosa es simple. Nuestro sistema financiero funciona sobre la base del crédito. Cuando alguien presta hoy 100 euros con un interés del 5% está creyendo (crédito viene del latín credere, creer) que la persona a la que se lo deja será capaz no sólo de producir valor por los 100 euros que ha invertido, sino por otros 5 euros de interés. Es decir, un capital de 100 se convertirá en uno de 105, al margen del beneficio adicional que le pueda dejar al que solicitó el crédito. Todo el mundo considera normal hoy en día que cuando se presta dinero se devuelva ese dinero más un interés porcentual; sin embargo, ésta no era en absoluto la visión dominante hace pocos siglos: por ejemplo, hasta el siglo XVIII la Iglesia católica condenaba el préstamo con interés, al que calificaba genéricamente como usura (pecunia pecunima parere non potest, el dinero no puede parir dinero, decía Santo Tomás de Aquino). Y es lógico que durante la mayoría de la historia de la Humanidad se haya visto como algo nocivo el crédito con interés. Piensen que si el capital se prestase a un interés de tan "sólo" el 5% anual, y cuando se recuperase se volviese a prestar indefinidamente, este capital tendría que crecer a ese ritmo exponencial. En sólo 14 años el capital se habría duplicado, en 28 años se habría multiplicado por cuatro, en 42 por 8, en 56 por 16... En sólo un siglo ese capital tendría que ser 131 veces mayor, y en doscientos años 17.161 veces. En sólo un milenio el capital tendría que haber aumentado en un astronómico factor con 21 cifras, casi comparable con el número de estrellas que hay en el Universo, y en los 10.000 años de historia de la Humanidad se tendría que haber multiplicado por una cantidad con 211 cifras, mucho mayor que el número de átomos en el Sistema Solar.


Por supuesto tal crecimiento es imposible (no puede haber más euros que átomos) y por supuesto algunas inversiones fracasan y el ritmo de crecimiento no es nunca tan rápido, pero en todo caso la lógica de nuestro sistema es la del crecimiento continuo, ilimitado, el cual tarde o temprano tendrá que detenerse por la simple razón de que el planeta es finito. Durante la mayoría de la Historia de la Humanidad los hombres vivieron con limitaciones: de recursos, de población, de velocidad de transporte... y así el crecimiento era escaso o nulo, y típicamente se producía después de una catástrofe poblacional o algún evento que permitía transgredir los límites previos (alguna mejora social o técnica, o la colonización de nuevos territorios - e.g., la expansión Occidental en América o en África). Los antiguos comprendieron que la lógica del interés compuesto empujaba a los hombres a una búsqueda de más riqueza que era simplemente imposible (en promedio; siempre hay quien se enriquece) en un mundo con limitaciones , y así las diversas iglesias condenaban el préstamo con interés, que en algunos países era perseguido como delito.


Pero llegó la Primera Revolución Industrial, con la introducción del carbón, y después la Segunda, con la introducción de la electricidad y el petróleo, y de repente las posibilidades se multiplicaron. El mundo pudo expandirse, y con él el capital, a ritmos desconocidos durante siglos. En ese momento se sentaron las bases de la teoría económica actualmente vigente, la cual no ha dado el valor económico correcto a los recursos, y en particular a la energía, ese fluido poderoso e invisible que ha hecho posible esta rápida expansión. Han pasado casi dos siglos, no quedan economistas de antigua hornada y se ha perdido prácticamente el recuerdo de una manera diferente de hacer las cosas; todo el mundo acepta acríticamente que para salir de la crisis lo que necesitamos es crecimiento, y no se piensa en otra alternativa. Y ahora que algunas voces dicen que la disponibilidad de energía ha llegado a su máximo, y que la cantidad de energía que consumimos cada año, aunque es grandiosa, ya no va a crecer sensiblemente más, e incluso que algunas fuentes como el petróleo están comenzando a retroceder, a ofrecernos menos cada año, los economistas educados en estas décadas de hiperabundancia insisten en que la energía y los recursos no son ni serán el problema, y dicen eso por convencimiento dogmático, puesto que ni se paran a mirar los datos de manera objetiva en vez de hablar de oídas ni intentan entender la geología, la física y la biología que subyacen a la economía pensando que esta disciplina es reina y soberana en vez de súbdita y subordinada de la Naturaleza. 


Con respecto a lo primero, demasiadas veces me he encontrado con el típico "experto en economía" que hace afirmaciones ridículas y fáciles de refutar, como por ejemplo exagerar la importancia de los movimientos a corto plazo del precio del petróleo (e.g., decir enfáticamente que "el precio del petróleo se acaba de hundir" porque ha bajado dos o tres dólares que recupera al cabo de un par de días) o que la producción de petróleo sigue aumentando sin problemas (como siempre, confundiendo petróleo crudo con los malos sucedáneos con los que completamos la categoría de "todos los líquidos del petróleo"). La realidad es que la producción de todos los líquidos del petróleo apenas crece, la de petróleo crudo convencional decrece desde 2005, y el precio se mantiene de manera bastante estable en máximos históricos, como muestra esta gráfica de un artículo de Gail Tverberg de hace unos meses:








Otras veces, en su intento por negar el problema con el petróleo evocan la quimera de unos EE.UU. energéticamente independientes(tergiversación de una información contenida en la edición de 2012 del informe anual de la Agencia Internacional de la Energía), basándose en la operación mediática que se ha montando para promocionar la burbuja financiera del fracking (y que ya se ha comenzado a desmoronar). Y si eso falla se apoyan en nuevas prospecciones y en otras fuentes milagrosas de las que se habla desde hace años sin que nunca lleguen a materializarse en plenitud. Tal grado de autoengaño es peligroso porque los años van pasando sin que el problema energético mejore sino que, al contrario, va agravándose, y porque a veces incluso lleva a movimientos geopolíticamente absurdos (como los llamamientos en EE.UU. a exportar gas natural a Europa para que superen su dependencia de Rusia, cuandoen realidad no pueden ni en sus mejores sueños hacer tal cosa, y a escala más local los patéticos intentos de España de promocionarse como distribuidor del gas argelino sin tener en cuenta los crecientes problemas de la nación africana que ya ha superado sus particulares peak oil y peak gas). Y eso sin tener en cuenta que el crecimiento a ultranza llevaría también a absurdas y peligrosas consecuencias cuando se transpone en demanda de energía.


Con respecto a lo segundo, para el pensamiento económico dominante la evolución de la producción de cualquier materia es cuestión simplemente de inversión y si es necesario de sustitución, la cual se considera siempre posible. La aceptación acrítica de estos dogmas impide entender que en realidad, como dice el informe de Tullett Prebon, "En última instancia la economía es - y siempre ha sido- una ecuación de excedentes energéticos, gobernada por las leyes de la termodinámica, y no por las del mercado" (página 11). El concepto clave de la rentabilidad energética, cristalizado en la denominada Tasa de Retorno Energético (TRE), es completamente ajeno al economista tradicional, demostrando una perseverante incapacidad para entenderlo. Algunos economistas, sin embargo, se dan cuenta de que efectivamente puede haber un problema con la energía, por lo cual abogan por la desmaterialización de la economía, cuando no hay ninguna evidencia histórica de que la economía pueda crecer sin crecer el consumo de energía, por más que nos autoengañemos con las mejoras en intensidad energética que han conseguido los países occidentales a base de externalizar las actividades industriales más primarias a otros países y luego importar los bienes producidos (aumentando así el consumo energético per cápita en vez de reducirlo, en realidad). De hecho, la evidencia apunta a que no se puede desligar energía de PIB por ningún medio.




Cómo no resolver el problema


Como no se conseguirá absolutamente nada es centrándose en las cuestiones técnicas, buscando nuevas fuentes de energía y mejores métodos de aprovechamiento. Sé que es chocante que diga esto, puesto que sé que al decir de algunos (casualmente, de orientación economicista en su mayoría) el análisis meramente técnico sobre la energía debería ser el único foco de este blog. Sin embargo, mejorar la eficiencia o incentivar el ahorro, cosas de por sí deseables, no llevan a una reducción del consumo de energía, por virtud de la Paradoja de Jevons: el consumo de energía siempre tiene sentido económico (si yo consumo más energía podré producir más bienes o servicios, y por tanto ganar más dinero). En un sistema en el que uno tiene que crecer siempre no se pueden desdeñar oportunidades de inversión y de crecimiento, así que nunca se va a dejar de consumir una energía disponible por poco que nos la podamos permitir. Al contrario: si ahora se reduce el consumo de energía en Occidente es justamente porque no podemos pagarla, con las conocidas consecuencias de contracción económica y paro creciente.


Peor aún: no sirven absolutamente de nada todas las campañas destinadas a incrementar la concienciación ciudadana e incentivar el ahorro de energía (he aquí un enlace que lo explica muy bien). Calman las conciencias inquietas, bien es cierto, pero los ahorros producidos, siempre bastante marginales, son sobre una fracción del consumo de toda la sociedad que es siempre bastante menor que el consumo de la industria. Y la industria no hace ningún esfuerzo en consumir menos energía; puede hacerlo, si le resulta económicamente atractivo, en consumirla más eficientemente, pero no menos, porque tiene que crecer, crecer y crecer e, insisto, si se consume menos es por necesidad, y no por voluntad. Con el esfuerzo de los ciudadanos éstos reducen sus facturas energéticas y dejan más energía disponible para la industria, pero al final el ahorro energético no se traduce en ahorro económico en el largo plazo: fíjense como en el caso de España, en el caso de la energía eléctrica - que aunque sea una fracción minoritaria de toda la energía consumida es significativa - las compañías eléctricas han modificado las facturas domésticas aumentando la parte fija y disminuyendo la variable, con lo que al final la gente paga más aunque consuma menos. Así que el camino de la concienciación y el ahorro voluntario va empujando a la población hacia una frugalidad necesaria, preámbulo de la Gran Exclusión.


Es esta contradicción entre el objetivo de nuestra industria, nuestro sistema económico y nuestro sistema financiero (el crecimiento indefinido) y la necesidad de capear la escasez creciente de recursos y los efectos ambientales de tanto derroche (no sólo el cambio climático, sino toda la contaminación que se arroja sin más a la Naturaleza) lo que lleva a que no se haga nada o prácticamente nada para resolver estos problemas. Es igual lo que se diga de cara a la galería: no se toman medidas serias porque no se encuentra la manera de evitar su gran impacto económico, y en última instancia la necesidad de acabar con el crecimiento. Fruto de esta contradicción insalvable son discursos absurdos, esquizofrénicos, que son trasversales a nuestra sociedad y evidencian cómo estamos de confundidos. ¿Cómo se explican, si no, todas las campañas financiadas desde multitud de think tanks creados ad hoc para prefabricar y difundir la duda sobre el cambio climático, tirando por tierra el trabajo de miles de científicos especialistas de todo el planeta? ¿De dónde sale el recurrente discurso de que se puede hacer una transición a una economía verde (y se sobreentiende que creciente) basada en las energías renovables, a pesar de la multitud de evidencias (1,2,3,4,5,6,7) de que el aprovechamiento de la energía renovable es mucho menor que lo que actualmente consumimos de energía no renovable? ¿O que la energía nuclear es una energía con futuro, a pesar de que el uranio llega a su límite, el MOX tiene un reaprovechamiento limitado, los reactores comerciales de IV generación no acaban de llegar después de 60 años de experimentación con ellos y el mítico reactor de fusión está en un lejano futuro (si es que está en algún lado)? Por no hablar de las infinitas promesas nunca cumplidas de biocombustibles de 2ª generación, hidratos de gas, nuevos fuentes de hidrocarburos, la transición al gas natural o al coche eléctrico o al hidrógeno, o al carbón limpio o, en el extremos más desquiciado, las absurdas promesas de las energías libres. Mentiras que se repiten año tras año, década tras década, sin ningún avance porque éste no es físicamente posible; autoengaños de una sociedad enferma que se niega a aceptar lo más simple (que no se puede crecer infinitamente en un planeta finito) y para ello pone excusas de lo más complicado (infinidad de soluciones milagro que jamás se materializan).


Nuestra sociedad se parece a un hombre muy obeso que se autoengaña sobre su estado de salud y que no adopta un propósito firme de cambiar de hábitos hasta que no le da un infarto. Ése es por desgracia el camino que hemos adoptado, aceptando la mercantilización de los últimos bienes indispensables (ayer la tierra, hoy el agua, quizá mañana el aire) como una evolución lógica del capitalismo que se niega a cambiar y que nos lleva un paso más cerca de la exclusión social masiva; y ese infarto de la sociedad será una gran disrupción, una interrupción repentina de muchos servicios esenciales, una repentina falta de mercancías que hoy damos por garantizadas, incluyendo los alimentos... Y en eso estamos, esperando el infarto inevitable de este sistema hipertrofiado e inviable, deseando que el daño que cause no sea letal, que después de él podamos hacer borrón y cuenta nueva y por fin ponernos a dieta, por fin aprender a vivir dentro de los límites ecológicos de la biosfera que nos sustenta.




Una propuesta de futuro 


Sentarse a esperar un grave fallo de nuestro sistema productivo con serias consecuencias para la vida de las personas, que son muy dependientes del buen funcionamiento de este sistema, no es, obviamente, la mejor respuesta a nuestros problemas. De hecho es la más necia, la más idiota. Quienes tachan este blog de catastrofista deberían comprender que, si lo enunciado arriba es cierto (y es por eso que he dedicado tanto tiempo a hacer la exposición inicial) entonces la inacción es la actitud catastrofista, la que nos lleva irremediablemente al escenario indeseable, incluso apocalíptico.


Pero yo soy optimista, porque creo que aún podemos cambiar. Y volviendo a lo que me decía la persona que me pedía un apunte optimista: ¿qué podemos hacer para mejorar? He aquí mi propuesta:




Anulación de las deudas actuales: Quizá algunas se pudieran devolver, pero en general será imposible repagar la gran mayoría, no digamos ya pagar sus intereses. El mundo está cambiando, se está transformando, y las reglas que lo definen también han de cambiar. No se puede comenzar con una pesada losa que posiblemente no se podría remontar.
Reforma radical del sistema financiero: No se puede esperar seguir cobrando intereses por el préstamo de dinero. Si el sector financiero es crítico para el buen funcionamiento de la sociedad (y lo será durante el período de transición), no puede confiarse a la gestión privada (que tiende a privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, que a partir de ahora serán crecientes e inevitables) o como mínimo orientada al crecimiento.
Redefinición del dinero: La política monetaria no puede ser expansiva, y en un primer momento será más bien contractiva. El dinero es una representación del valor, no el valor en si mismo, y su gestión tiene que ser controlada por los sectores directamente involucrados: fabricantes, comerciantes, consumidores... La gente tenderá a usar divisas locales antes que la divisa nacional, por la mayor dificultad de garantizar el valor de ésta última en una sociedad que colapsa. Las divisas locales no pueden estar controladas por intereses especulativos foráneos y por tanto no se puede permitir que se atesore o capitalice (el análisis económico clásico nos dirá que de este modo se pierden oportunidades de inversión y de crecimiento). 
Reforma de los Estados: Desde su nacimiento los Estados y el capitalismo han compartido objetivos y se han complementado, con gran eficacia social hace décadas en algunos países (el Estado del Bienestar es un buen ejemplo) pero inevitablementeel Estado-nación entra también en crisis al dejar de ser viable el capitalismo. Es necesario relocalizar los centros de decisión y acercar la gestión a los administrados pero de verdad, no de boquilla. La gestión ha de ser antes municipal que comarcal, antes comarcal que regional, antes regional que nacional. La falta de energía llevará a una lógica de relocalización que tenderá gradualmente a hacer los ámbitos administrativos cada vez más locales, pero durante la transición la ineficiencia de un poder administrativo nacional hipertrofiado puede poner demasiadas trabas, sobre todo de tipo legal.
Definición de planes de transición locales: Cada población tiene que determinar cuáles son sus mayores problemas y debe invertir recursos en controlarlos. En algunas comunidades faltará el agua, en otras el problema será la falta de suelo fértil, en otras el exceso de población, la contaminación o la escasez de recursos fundamentales... Se ha de analizar cuidadosamente la situación, comprendiendo que no viviremos una continuación del sistema actual sino un cambio radical. Una vez identificados los puntos sensibles se han de invertir recursos y esfuerzos en moldearlos para posibilitar la transición, incluso aunque desde una perspectiva capitalista actual tal inversión no sea rentable Éste será uno de los grandes obstáculos, aunque bastante menor que la cancelación de deudas o del interés compuesto.
Preservación de los servicios básicos: Justamente ésta será una de las mayores dificultades de la transición: a la oposición del capital a perder sus privilegios se le unirá la dificultad de mantener un influjo de recursos suficiente para permitirse ciertos privilegios. Según el grado de escasez al que se vea sometida cada localidad se podrán mantener más o menos servicios. Los más fundamentales son la educación, la sanidad y la asistencia a la gente mayor y necesitada. Para poder conservar estos servicios fundamentales cada localidad deberá decidir qué sistema de financiación empleará, si por medio de impuestos o con el trabajo voluntario de los ciudadanos. Poder ofrecer más servicios dependerá de la riqueza relativa de cada lugar.




Ninguna de estas medidas habla explícitamente de energía sino de organización social; sin embargo, todas ellas tienen implicaciones de largo alcance sobre el uso y la disponibilidad de energía; de hecho, son las medidas que más impacto energético tienen, mucho más que las modestas medidas de ahorro y eficiencia que se proponen habitualmente. Más aún: las medidas arriba esbozadas son las únicas que tienen sentido en una situación de descenso energético. 


¿Es lo que propongo factible? No a día de hoy: cualquier economista o político que lo lea lo considerará utópico por excesivamente radical. Quizá lo sea el día de mañana si se hace la suficiente pedagogía, si la gente aprende a aceptar la verdad a la cara. Pero es fundamental hacer esta pedagogía: la alternativa es esperar esa gran disrupción, ese infarto quizá fatal de nuestra sociedad.



Fuente: The Oil Crash

jueves, 20 de febrero de 2014

Importar energía y congelar sus tarifas son casi la mitad del gasto en subsidios

Conozca cómo se distribuyen los subsidios económicos que paga el Estado cada 100 pesos que gasta de acuerdo con su finalidad práctica





Durante el año pasado, el gasto público en subsidios económicos fue de $134.144 millones, un 34,3% más respecto al mismo período anterior. Según un informe de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), casi la mitad del total se destina a la importación de combustible y en la aplicación de subsidios a tarifas energéticas.
A partir de la distribución de fondos por empresa y/o organismo, LA NACION preparó un cuadro para explicar la distribución de subsidios económicos por su finalidad práctica e incidencia en el volúmen total:
Distribución de subsidios por cada $100 de gasto
  • $48,53 en importación de combustible y subsidio a sus tarifas
    Se destina principamente a la petrolera estatal Enarsa y la Cammesa para importar fuel oil y gas natural licuado para abastecer centrales térmicas, ante el déficit energético. También parte de los fondos se utiliza para el subsidio de tarifas de electricidad y gas.
  • $18,36 en trenes: operación, congelamiento de tarifas y compra de infraestructura
    Fondos para concesionarios de trenes y subtes, Fondo Fiduciario del Sistema de Infraestructura del Transporte, Administradora Ferroviaria S.E., Operador Ferroviario S.E., y el FFCC Gral. Belgrano entre otros.
  • $6,42 en Ente Binacional Yaciretá, Central de Embalse y Atucha II
    Transferencias para la operación de la represa hidroeléctrica, las obras de prolongación de vida útil de la central atómica de Embalse, la terminación de la Central Nuclear Atucha II y Yacimiento Carboníferos de Río Turbio (YCRT) .
  • $5,34 en agua corriente y cloacas en Capital Federal y el conurbano bonaerense
    Giros a Aguas y Saneamientos (AySA) para subsidiar la distribución de agua potable y tratamiento de efluentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y partidos bonaerenses.
  • $3,87 en telecomunicaciones
    Aportes para la empresa estatal Ar-Sat, que provee procesamiento de datos, transmisión de voz, audio, video y acceso a Internet. También prevé gestión de satélites.
  • $2,52 en subsidios a pasajes de avión
    Aportes realizados a la empresa Aerolíneas Argentinas para la cobertura de su déficit operativo.
  • $14,98 en otros fines en general
    Cobertura de déficit de empresas públicas, compensaciones a petroleras y subsidios al sector agroalimentario, rural, forestal e industrial, entre otros de menor relevancia.

Fuente: La Nacion


lunes, 10 de febrero de 2014

Pobreza y pobreza energética


Hay un concepto que está ganando actualidad por su creciente extensión entre lo que no hace mucho era la clase media: la pobreza energética. Aunque la idea de base es simple (no poder permitirse pagar la energía mínima para llevar una vida digna de acuerdo con los estándares occidentales), la definición precisa es un tanto elusiva. Por ejemplo, una definición común de pobreza energética es que una familia destine más del 10% de su presupuesto a gastos directamente energéticos. Esta definición tiene el problema de que si en los gastos energéticos del hogar uno incluye el gasto en carburante para el coche o coches de la familia (que en puridad es también gasto directamente energético) resultaría que la población "energéticamente pobre" incluiría a una gran masa de trabajadores poco retribuidos, sobre todo en los extrarradios de las grandes ciudades donde el uso del coche es prácticamente obligatorio (o al menos se percibe así por una clase media que se resiste de dejar de serlo). Otra definición posible de pobreza energética es que la familia no puede mantener su hogar en un rango de temperaturas "de confort", fijado arbitrariamente en 20ºC en invierno y 25ºC en verano. Dejando al margen que este criterio parece demasiado refinado si lo comparamos con la vida que todos los que tenemos más de 20 años hemos llevado, tal definición no contempla esas familias que viven prácticamente a oscuras para ahorrar electricidad, o que cocinan lo mínimo por el mismo motivo. Además, ese umbral energético depende de los condicionantes climáticos de la zona en la que se vive, siendo por tanto poco estándar y hace difícil la comparación entre países.

Delante de este problema, cada vez más apremiante (el insuficiente acondicionamiento de las viviendas puede crear problemas de salud graves, especialmente en ancianos y niños) han surgido multitud de expertos en la materia, que analizan la pobreza energética desde multitud de puntos de vista y proponen medidas ad hoc para paliarla (como se comentaba en el post precedente). En las discusiones sobre este problema no es raro que algún contertulio acabe por abogar por un libre acceso a la energía (o al menos a un mínimo vital garantizado) y otros brindis al Sol que resultan poco compatibles con un sistema de libre mercado como el nuestro y que chocan con los intereses del gran capital que se resiste a perder su papel hegemónico.


Lo que pretendo mostrar hoy es que el propio concepto de pobreza energética es otra manifestación más del proceso de negación que se lanza desde diversas instancias de nuestro sistema económico. Este proceso de negación intenta desesperadamente desligar la energía de su efecto económico, compartimentándola como si fuera una cosa independiente cuando, en realidad, la energía es la base de la economía y faltando la primera la segunda se hunde (lo que en particular implica que esta crisis económica no acabará nunca). Y es que, en suma, lo que llamamos pobreza energética es simplemente pobreza, a secas. Pobreza que se manifiesta de una manera que nos cuesta reconocer, porque la última vez que fuimos pobres lo fuimos de otra manera, pero que a medida que pase el tiempo nuestra pobreza de hogaño se irá pareciendo cada vez más a nuestra pobreza de antaño.

La cuestión es simple: si una familia no puede permitirse pagar la energía que querría gastar para mantener un estándar mínimamente digno de acuerdo con los patrones occidentales es por falta de renta disponible. Los salarios son cada vez más bajos, y aunque los precios medios suben moderadamente, esa subida unida a la bajada de los salarios reales hace que la vida sea más cara. Para acabarlo de agravar, los precios de la energía están subiendo más deprisa que el precio medio de las cosas. Bien es cierto que si el precio de la energía sube mucho, los precios de todo tendrán que ir subiendo también, puesto que la producción de mercancías y servicios tiene mucha energía embebida; en realidad, nuestro sistema económico vive un tiempo de descuento mientras la energía es relativamente barata, pero tal período no se prolongará mucho. De hecho, lo que falta para que esta nueva pobreza, a secas, se manifieste como lo que es es la subida del coste de los alimentos.

Afortunadamente el precio de los alimentos continúa siendo asequible en Occidente, pero tal situación no es duradera: el mundo se enfrenta, una vez más, a una nueva crisis alimentaria agravada por los extremos climáticos que afectan especialmente a zonas de alta productividad agrícola como los EE.UU. y Rusia, mientras que en Europa las rentas agrícolas son cada vez más bajas (como me comentaba mi suegro el otro día, a algunos compañeros suyos, payeses, el actual precio del grano no les paga el combustible de laborear la tierra y cosechar). Y eso sin contar con las eventuales Guerras del Hambre que se irán desatando, que agravarán la carestía general.

Pero el precio de los alimentos se mantiene relativamente estable en Occidente y por eso no vemos que los pobres energéticos son simplemente pobres, a secas, puesto que la mayoría de esta gente aún tiene comida que echarse al estómago; aunque aumentan los casos de malnutrición (comida nutricionalmente inadecuada: falta de frutas, verduras y carne, y exceso de fécula y pasta); aunque cada vez hay más casos de desnutrición, lo que históricamente ha sido una característica de la pobreza, a secas. Pero para mantener el precio de los alimentos asequibles las grandes compañías dedicadas a la distribución de alimentos tienen que ir reduciendo sus márgenes comerciales, puesto que todo sube (la materia prima, los costes del transporte y sus propios costes directamente energéticos) menos sus precios de venta. Así, no es extraño que algunos grupos de supermercados se encuentren en dificultades financieras. En realidad los supermercados tampoco podrían subir mucho los precios porque eso retraería el consumo o lo llevaría hacia las redes de otros grandes grupos, también en situación de pérdidas pero con mayor aguante financiero. Al final, en el mundo de los supermercados se está librando una sorda batalla para ver quién es el último hombre de pie, y cuando haya un ganador, una única marca que aún aguante, los precios de los alimentos finalmente subirán hasta que se llegue a un nuevo y diferente punto de equilibrio, en el que los consumidores capaces de pagar los precios resultantes proporcionen a la nueva red de supermercados redimensionada a la baja un margen comercial adecuado para su continuidad. En ese momento la gente con rentas bajas tendrán dificultades para pagar no sólo la luz, el gas o la gasolina del coche, sino también los alimentos, y será evidente que el problema es lo bajo de los ingresos, la pobreza a secas, y no solamente la pobreza energética. Para ese entonces la clase media como tal habrá desaparecido, pero la confusión de términos y la creación de nuevos conceptos y falsos debates habrá permitido adormecer la conciencia colectiva hasta el momento en que ya todo esté consumado.
 
 
 
 
 
 

martes, 4 de febrero de 2014

El déficit energético llegará al máximo histórico y el gobierno prepara medidas para enfrentarlo



Más importación y menos producción


La explosiva expansión del déficit energético, que este año rondará los u$s 6.000 millones por la caída de la producción local de petróleo y gas, obliga al Gobierno a replantear la política de hidrocarburos. Habrá mayores estímulos a la producción y aumentos de precios para bajar subsidios y contener la demanda.



Por Nicolás Gandini

Después de 10 años de un férreo control sobre el sector y sus variables económicas, algo comenzó a cambiar en la concepción oficial sobre la energía. A diferencia de otras épocas, en que era una trinchera ocupada casi con exclusividad por el ministro de Planificación, Julio De Vido, bajo las órdenes directas del ex presidente Néstor Kirchner, hoy se escuchan más voces opinar sobre el tema. El secretario legal y técnico de la presidencia, Carlos Zannini, comenzó a mantener encuentros con las petroleras, algo que ya hacía el viceministro de Economía, Axel Kicillof. Y la presidenta Cristina Kirchner reanudó un diálogo más fluido con el secretario de Energía, Daniel Cameron, quien desde hace años critica, sólo puertas adentro, que la energía es muy barata en la Argentina.



Los principales referentes del equipo económico, sumados a los nombres más escuchados por la Presidenta en materia energética, en especial el del titular de YPF, Miguel Galuccio, coinciden casi sin fisuras en un punto: la política energética que desplegó el kirchnerismo en los últimos 10 años caducó, por lo que sostenerla sería conducir la economía a un atolladero.
Con ese trasfondo, en el seno del Gobierno comenzó un profundo debate que posiblemente derive en modificaciones estructurales que afectarán de plano el sector energético. Entre ellas, la autorización de la importación de petróleo de Nigeria para abaratar costos de las refinadoras locales y aumentar la producción de combustibles; comenzar a aplicar ajustes tarifarios a los sectores más pudientes para contener la demanda, bajar los subsidios y enviar más señales de precios a las petroleras, con la expectativa de que aumenten la producción.



Hay una evidencia que refrenda esas ideas: el que está terminando no es un año más para el sector energético argentino. Si bien no escapa a tendencias que definen la performance de la industria desde 2005, como la caída de la producción de hidrocarburos, el congelamiento tarifario en la Capital Federal y el conurbano, la agudización del deterioro financiero de las empresas eléctricas y la reticencia de privados para invertir en el país, 2013 deja también algunos elementos novedosos. El más evidente es la reactivación de la actividad operativa de YPF como resultado de su renacionalización, en mayo de 2012. También se registraron nuevos anuncios de inversión en gas, un segmento muy relegado en los últimos 10 años, cuyo principal síntoma es la caída de la producción y reservas probadas, y el incipiente –pero continuado– avance en la exploración de los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta. Además, comienza a vislumbrarse un germinal reacomodamiento del mapa petrolero con la salida de viejos actores (Esso) y el desembarco de empresarios hasta ahora ajenos al mundo del crudo (Eurnekian, Román).



En el plano operativo, el corazón del problema energético se encuentra aguas arriba de la cadena: la producción de hidrocarburos continúa a la baja a pesar de los esfuerzos de YPF, lo que obliga al Gobierno a elevar la cantidad de dólares destinados a la importación de energía, en especial de gas natural. Por ese ítem, el déficit de la balanza comercial energética rondaría este año los u$s 6.000 millones, según coinciden en la industria.
De enero a septiembre, la oferta se retrajo un 2,69%, según datos de la Secretaría de energía. Es muy probable que la imposibilidad de frenar la caída, fundamentalmente del crudo Medanito (-7%), el más requerido por las refinadoras locales por su alto grado API, obligue a la Casa Rosada a concretar la importación de petróleo ligero desde Nigeria en los primeros meses de 2014; una decisión antipática –la Argentina no importa petróleo desde 1992– que el Ejecutivo preferiría evitar.


Principal insumo


El panorama del gas es todavía más alarmante. Principal insumo de la matriz energética nacional –representa un 51% del total–, la oferta del fluido cayó casi un 8% (-7,95%) en los primeros nueve meses del año. La retracción se refleja, de manera lineal, en el alza de las compras de LNG, que se disparó un 37,6%. Las importaciones de gas por barco costaron u$s 3.036 millones en el período. Las de Bolivia, u$s 1.653 millones.

Aun así, las expectativas del sector cambiaron en función del lanzamiento de proyectos de inversión que permiten inferir un cambio de escenario. La francesa Total, asociada con Pan American Energy (PAE) y la alemana Wintershall, anunció una inversión de u$s 1.200 millones para ampliar Carina-Aries, el mayor complejo off shore del país, y construir Vega Pléyade, otro yacimiento en el Mar Argentino ubicado al sur de Tierra del Fuego. Y PAE puso en marcha desembolsos por u$s 500 millones para extraer tight gas –gas de arenas compactas– en Neuquén.



Nadie cree que la caída de la oferta gasífera se revertirá en el corto plazo. Ni en 2014 ni en 2015. Desde el IEA, que dirige Jorge Lapeña, incluso proyectan que el déficit energético trepará hasta los u$s 8.000 millones en 2016. Y el propio Daniel Cameron, secretario de Energía, se dio un baño de realidad al admitir, en la última AOG realizada en La Rural, que la recuperación del autoabastecimiento quedará recién para 2021.
El desafío de reinventar las reservas energéticas encuentra a los actores privados con timing diferentes. Petroleras lanzadas con nuevos proyectos de inversión, como YPF, Total y PAE, entre las major, conviven con otras más cautelosas, como Pluspetrol y Tecpetrol, y otras con un futuro incierto en la industria, como Petrobras y Apache.



Esa situación alimenta rumores de ventas y entradas de nuevas empresas. A la reestructuración del mercado del downstream a partir de la compra de Esso por Axion Energy, de Bridas y la china CNOOC, podrían sumársele en los próximos meses traspasos en el upstream. Tanto por la ampliación de empresas ya consolidadas, como YPF, que busca incrementar su participación en la industria (hoy representa el 32% del mercado), como por la inclusión de nuevos empresarios, como Eduardo Eurnekian, titular de Corporación América, que quiere pisar fuerte en el negocio del oro negro. Un indicio de ese fenómeno es la compra del 32% de Roch, la petrolera de Ricardo Chacra, a manos de Alfredo Román, el millonario dueño de la compañía homónima, el mayor jugador del sector de logística.
La Argentina es un país barato para inversores decididos a apostar por el mediano y largo plazo. El barril de petróleo certificado como reserva probada oscila, dependiendo de la provincia y cuenca, entre los u$s 5 y los u$s 15. Muy por debajo de los u$s 30 que se pagan en el mercado colombiano o los u$s 50 que cotizan los mejores campos en Estados Unidos.


¿Deshielo tarifario?


Aguas abajo en la industria energética, la mayoría espera deseosa el deshielo tarifario, tras un congelamiento de las boletas de luz y gas que lleva más de 10 años en la región de Capital Federal y el Conurbano. En el Gobierno conviven posiciones contradictorias. Cerca de Planificación y en la Secretaría de Energía apuestan –al igual que a fines de 2011– por una reducción gradual de los subsidios del sector, que este año superarán los $ 70.000 millones. Pero en Economía, Kicillof no termina de avalar la iniciativa.

Frente a ese escenario, las eléctricas están inmersas –desde hace años– en un deterioro financiero que se tradujo en serios problemas para hacerse cargo de centrales y redes de distribución. El denominador común es la necesidad de fondos públicos para solventar tareas de mantenimiento. Edenor y Edesur son las más complicadas: el encarecimiento de los costos operativos por la inflación las obligó –al igual que a otras distribuidoras eléctricas– a descontinuar pagos a Cammesa, la administradora del mercado, por falta de fondos. Y si el Gobierno no accede a modificar sus ingresos, su operativa estará muy comprometida en 2014.



Las generadoras enfrentan la misma problemática: como los precios del mercado spot no son suficientes para encarar nuevas inversiones, el Estado se vio obligado a financiar obras de mantenimiento y reparación de unidades térmicas que están indisponibles. Es que, con el verano y sus récords de consumo a la vuelta de la esquina, el sistema no puede darse el lujo de tener equipos fuera de funcionamiento.








Fuente: El Inversor Energético y Minero









lunes, 20 de enero de 2014

Predicciones para 2014


Por Antonio Turiel


Queridos lectores,

Y una vez más, al acabar el año en curso, me veo en las mismas de tener que aventurar qué nos depara el año por venir. Ejercicio harto difícil, no sólo porque desconozcamos el futuro, sino además porque el aspecto en el que yo me concentro (la disponibilidad de recursos naturales) no nos dice qué pasará sino más bien qué no pasará (o sea, qué es imposible que pase por fallar las bases materiales para ello). Se da la circunstancia, además, de que mis previsiones para 2013 han resultado bastante menos acertadas que las de otros años. Hagamos un repaso rápido de éstas y veamos hasta qué punto mis previsiones se han desviado de la realidad:


  • Recesión instalada: No del todo acertada. Es cierto que el crecimiento económico del conjunto de la OCDE ha sido de pequeño a negativo, que la mayoría de los analistas coinciden en que las bases para el crecimiento son débiles, que en Europa la tendencia es bastante plana (Alemania crece algo más que el resto) y que ciertamente China da señales de desaceleración; sin embargo, lo cierto es que EE.UU. mantiene un ritmo de crecimiento más que notable (aunque con muchos desequilibrios internos). En clave española, y como se preveía, varias grandes empresas (Pescanova, Fagor, Panrico) han presentado concurso de acreedores. Además, según la Encuesta de Población Activa (EPA) el paro no llegó al temido 28% que anunciábamos para el primer semestre, pero durante el primer trimestre alcanzó al 27,2% y se ha mantenido después en torno al 26%; teniendo en cuenta que en la EPA no cuenta como activos a aquellos trabajadores que han desistido de buscar trabajo (por la misma desesperación o esperando a que vuelva el crecimiento) creo que las cifras que di fueron bastante acertadas. Además, y como se comentaba en el post del año pasado, la emigración es cada vez más evidente. La previsión que claramente marré completamente fue la de la evolución del IBEX35: el punto más bajo del año son los 7.553 puntos del 24 de Junio, sólo 900 puntos por debajo de la cotización del 2 de Enero, y no 2.000 puntos como aventuraba, y además después la cotización no se ha mantenido en ese punto sino que ha subido a buen ritmo llegando ahora a estar a unos 9.800 puntos. Posiblemente una parte significativa del volumen de contratación actual esté destinado a simplemente evitar que las acciones de las principales empresas españolas se deprecien demasiado, lo cual perjudicaría a los inversores principales (bancos y fondos de inversión) y por eso la cotización no baja sino que además sube, por ahora. En todo caso, la previsión sobre el IBEX35 fue completamente errónea.
  • Espiral inflacionaria sobre la energía: Cualquiera que viva en España puede constatar que la factura energética no deja de crecer, aunque no así la de los carburantes (cuyo precio no puede crecer mucho más so pena de parar completamente la actividad económica) pero sí de la energía en general. El problema no es específicamente español y en la generalidad de la OCDE se habla de ello, con la sola excepción - relativa - de los EE.UU. En Japón preocupa la factura energética, ahora enormemente incrementada al cerrar todas sus centrales nucleares; en Francia se promulgan decretos de contención del gasto eléctrico y en general por toda Europa se multiplican estudios y noticias que analizan el impacto del precio de la energía en la productividad. En España la pobreza energética afecta ya a más del 10% de la población, con porcentajes similares por toda Europa (mayor en el caso de Grecia). Así que esta predicción la considero globalmente acertada.
  • Revueltas en Occidente: Es obvio que las cosas no van bien y cada vez son más frecuentes las manifestaciones y en ocasiones verdaderas revueltas (destaco particularmente las que se han producido en Rumanía y en Irlanda en contra del fracking, y en Grecia por casi cualquier cosa). Hay ciertamente una rabia creciente "dados los recortes sociales, las interrupciones de servicios esenciales por impago y los desahucios", pero aún no hay revueltas a gran escala. Por tanto la previsión no fue correcta.
  • Colapso financiero de la UE a cámara lenta: La cámara es tan lenta que todavía en 2013 no se ha notado. Definitivamente esta previsión ha resultado completamente errónea.
  • Tensión fiscal en los EE.UU.: Rotundamente sí. Primero la tensión por la necesidad de elevar el techo de deuda y casi inmediatamente el cierre del Gobierno Federal de los EE.UU. por la no renovación del presupuesto federal, que se prolongó durante poco más de dos semanas, han demostrado que el panorama fiscal de los EE.UU. no es nada halagüeño. Y los problemas sólo se ha pospuesto hasta Enero y Febrero de 2014, respectivamente.
  • El crash del carbón: La situación era y es complicada, pero ni mucho menos se han producido los problemas que se aventuraban, en parte porque la producción mundial de carbón aún ha podido aumentar y en parte seguramente por el frenazo económico de China. Esta previsión ha sido completamente errónea.
  • Agua, alimentos y Primera Guerra del Hambre: Aún no; hay problemas recurrentes y agravados, la situación en Egipto y en Siria es muy grave y los problemas se van poco a poco extendiendo pero aún no ha estallado la Primera Guerra del Hambre. Tampoco se consideraba un hecho seguro, en realidad.

Formulemos por fin ahora las predicciones para el 2014. Como siempre, son sólo conjeturas sobre las tendencias que ahora mismo se observan más que pronósticos certeros, y aunque algunas de las cosas que ahora diré no se materializarán en 2014 el riesgo de que acaben llegando en años ulteriores va a subsistir.



  • La economía mundial, estrés permanente: Varios indicadores de los países más avanzados indican una clara tendencia a la recuperación, mientras que otros muestran el signo contrario. Sin embargo la inversión en exploración y explotación de petróleo (y no sólo de petróleo) no está al nivel que se necesita para poder explotar estos recursos más caros y mantener la producción. Empieza a ser evidente que la producción de petróleo crudo retrocede, y viendo que cada año que pasa las previsiones oficiales son peores que el anterior seguramente la caída va a ser más rápida de lo que actualmente se estima; sin un rápido crecimiento de la inversión (que no se está produciendo) la falta de petróleo se va a hacer cada vez más evidente (sin que la última esperanza, el fracking, pase de ser una mera burbuja que ya está reventando). Desde el punto de vista económico eso implica que no todo el mundo puede crecer, con un reparto desigual pero con una tendencia generalizada hacia el estancamiento e incluso la recesión. Durante 2014 la anunciada y anhelada recuperación no llegará a escala global, sólo un puñado de países aguantarán el tipo pero no la mayoría de los europeos y por descontado no España.
  • La energía como tema de actualidad: Cada vez se habla más de energía en los medios generalistas, y este año 2014 la energía puede convertirse en un tema muy repetido. Desde la pobreza energética hasta medidas de ahorro más agresivas (incluyendo la nueva fiscalidad de hidrocarburos que comentábamos antes, que se irá extendiendo a todos los países de Europa), la preocupación por la energía será cada vez más patente, sin que se puedan proponer soluciones viables. Las renovables saldrán una y otra vez a la palestra pero se empezará a oír más claramente hablar de su baja rentabilidad y de sus límites, para sorpresa e indignación de algunos grupos ecologistas que habían apostado fuerte en la que creían la buena dirección. Más empresas quebrarán en todo el mundo e identificarán los costes de la energía como uno de los factores determinantes de su quiebra. En general, habrá bastante malestar contra el sector de la energía y se alzarán voces por todo Occidente reclamando la nacionalización de la energía, sin tener en cuenta que los recursos autóctonos en la mayoría de estos países son muy escasos, reclamación infundada fruto de la repetida e interesada confusión entre "energía" y "energía eléctrica" (sólo un 10% de la energía final en el mundo es eléctrica, y el 21% en España) que sufre la opinión pública.
  • El futuro del fracking: Durante 2014 se continuará insistiendo que el fracking es una solución a nuestros problemas, aunque hacia finales de año los problemas ya muy evidentes de los yacimientos estadounidenses hará que surjan más voces denunciando que en realidad no es más que una estafa. El fracking seguramente dejará de ser un tema de moda hacia 2017 y hacia 2020 los yacimientos explotados de esta manera serán completamente marginales.
  • Año sin verano: El calor se hizo de rogar en Europa en 2013 y por las razones que se explicaron en el post correspondiente el riesgo de tener un verano poco caluroso subsistirán durante 2014. El impacto más negativo sería sobre la agricultura en Europa.
  • EE.UU. en frente del abismo fiscal: En Enero EE.UU. revisará el techo de deuda y en Febrero tendrá que revisar el presupuesto. Aunque es probable que ambos momentos críticos se superen, quizá con cierto bloqueo temporal del estilo del que han sufrido en Octubre de este año, lo cierto es que tan sólo empujarán el problema adelante unos pocos meses más y hacia finales de año, probablemente hacia Septiembre-Octubre, se tenga que aprobar de nuevo casi al mismo tiempo una nueva elevación del techo de endeudamiento y el presupuesto para el siguiente año fiscal (que en EE.UU. empieza en Octubre). Si la situación económica de los EE.UU. comienza a mostrar signos claros de debilidad es probable que los republicanos quieran tentar sus fuerzas lanzando un ataque más fuerte a la Administración Obama y lleguen más lejos de lo que nunca se ha llegado. Tal actitud se considera demasiado irresponsable, pero en medio del creciente descrédito de la clase política y el descontento de las clases populares que llevan sobre sus hombros lo más pesado de la crisis los republicanos quizá los republicanos decidan jugar en 2014 la baza del populismo. Las consecuencias de un bloqueo de mayor alcance que el de este año se sentirían en todo el mundo, sumiéndolo en una recesión global. No es lo más probable que ocurra, pero el riesgo de llegar en 2014 a ese punto es bastante significativo.
  • Nuevas guerras y revueltas: 2014 será un año muy malo por lo que a lo que a conflictos de refieren. Egipto y Siria no se van a estabilizar; diversos países de la Europa de Este y Turquía van a sufrir revueltas recurrentes, así como México, Argentina y probablemente Venezuela en distinta intensidad - desde manifestaciones masivas hasta saqueos e incluso verdaderas revueltas. En general va a ser un año más turbulento que 2013. Merece la pena destacar el caso de Yemen, una auténtica bomba de relojería que muy probablemente explotará ya en 2014. Dada su proximidad a Arabia Saudita y la fuerte implantación integrista en su territorio la explosión de Yemen tiene el potencial de desestabilizar mucho la zona, en la que otros países como Irak e Irán tampoco destacan por su buena situación interna. El riesgo de que se produzca un gran conflicto en Oriente Medio durante 2014 es a mi modo de ver medio, sobre todo teniendo en cuenta que para la mayoría de los países de la zona los ingresos del petróleo están bajando, consecuencia de la ligera tendencia a la baja de la producción de petróleo de la región y de los mayores costes internos. Prepárense porque incluso si la zona no explota en 2014 estará cada vez más caliente. Al mismo tiempo los problemas ocasionados por el hambre y algunos conflictos por los recursos (Malí, Níger, Sudán del Sur) garantizan que el año será complicado para África. En Occidente el riesgo de tener un otoño caliente se verá maximizado por diversos factores, y entre otros...
  • El despertar de las regiones: El año 2014 depara un otoño caliente para Cataluña. Hacia el verano el presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, aceptará que no se puede celebrar el deseado referéndum de autodeterminación y convocará elecciones anticipadas en esta autonomía, intentando capitalizar el descontendo con estas "elecciones plebiscitarias", concepto introducido ad hoc y sin demasiado contenido legal. Contrariamente a lo que se puede pensar fuera de Catalunya, la apuesta de Artur Mas es esperar a que en realidad el resultado de las elecciones sea el habitual equilibrio nacionalista-unionista, y así no cambie nada. A día de hoy se aventura un resultado para esas elecciones que lejos de simplificar la ecuación la puede complicar muchísimo: una considerable bajada del conservador gubernamental CiU; una bajada todavía más importante de su alternativa, los socialistas del PSC; una cierta bajada del pro-español y conservador PP; y una importante subida del pro-independentista ERC, del pro-unionista Ciutadans y, en menor medida, de la anticapitalista e independentista CUP. El cambio de panorama político es tan radical que de él derivará una gran inestabilidad, una radicalización de los planteamientos generales y, en general, una mayor deriva nacionalista, con una mayor definición del frente catalán/español. Los problemas de España con Cataluña son sólo el anticipo de lo que van a pasar otros países europeos: recuerden que en Escocia hay convocado un referéndum similar (aunque en este caso apoyado por el Gobierno británico, probablemente porque saben que el resultado no será positivo), y que similares derivas se pueden encontrar en prácticamente cualquier país europeo y, quién sabe, quizá se encuentre en algún momento de su declive energético en América. La energía abundante y barata ha facilitado la cohesión de Estados complejos, y su relativamente rápida pérdida puede ocasionar su descomposición.
  • La deriva de España: La situación económica en España no va a mejorar. Grandes firmas de consumo como El Corte Inglés ya experimentan dificultades financieras apreciables, y la tendencia continuará previsiblemente durante 2014. El paro se mantendrá elevado sin demasiadas variaciones gracias a la emigración y al desestimiento de algunas personas a buscar trabajo, pero hacia el final del año volverá a subir. No llegará al 30% de la población activa pero no se quedará demasiado lejos. A pesar de las proclamas del Gobierno no se va a producir reactivación económica (el PIB variará poco en general, con una ligera tendencia negativa hacia el final del año y muy lejos de la subida del 0,7% proyectada por el Ejecutivo español), lo que vendrá acompañado con la quiebra de algunas grandes empresas más. Todo lo cual se traducirá en un gran malestar de todos los estamentos de la sociedad, desde el empresariado hasta los trabajadores y los parados. El" problema catalán" no hará más fáciles las cosas y hacia el final del año el Ejecutivo español, muy desprestigiado y en franca zozobra después de los malos resultados en las elecciones europeas de Mayo y temiendo lo peor en las municipales y autonómicas del 2015, comenzará a tomar medidas muy drásticas que pueden acabar en violentos enfrentamientos en la calle. Es posible que si no se siente suficientemente apoyado por el empresariado y por las bases de su partido el Gobierno español acabe convocando elecciones anticipadas.


miércoles, 1 de enero de 2014

Siguen los cortes de luz y la demanda exigirá más importaciones de energía




Las compras al exterior de combustibles terminarían el año con un crecimiento de 25% respecto de 2012 y sumarán US$ 12.000 millones; para el año que viene se prevé un aumento y se requerirán US$ 2000 millones adicionales



El sector energético, uno de los eslabones de la economía que más dolores de cabeza le ocasionó al kirchnerismo, va camino de convertirse en una pesadilla aun mayor en el epílogo de la gestión de Cristina Kirchner. Ayer persistían los cortes de energía en el área metropolitana, en una seguidilla que lleva dos semanas y que anoche afectaba todavía a unos 11.000 usuarios. También hubo piquetes en varios puntos de la Capital, en reclamo por la falta de suministro eléctrico.

Aunque el Gobierno tomó este año medidas con vistas a aumentar la producción de hidrocarburos y, por lo tanto, reducir la salida de divisas por importaciones de energía, las compras al exterior cerrarán 2013 con un incremento del orden de 25% en comparación con el año pasado. Cuando termine el año, se habrán ido por esa vía casi 12.000 millones de dólares, según cálculos conservadores.

Desde el punto de vista de las cuentas nacionales, además, 2014 traerá peores noticias: pese al muy moderado crecimiento de la economía que se espera, los analistas estiman que en 2014 se gastarán en importaciones de energía entre 14.000 y 15.000 millones de dólares, es decir, entre un 16% y un 25% más, según quién haga las cuentas. Es un monto gigantesco. Equivale, por caso, a la mitad de las reservas del Banco Central -el viernes cerraron en US$ 30.820 millones-, y alcanza para construir más de 10 centrales eléctricas de gran porte. Además, multiplica por 12 la inversión que llegará al país a través del acuerdo entre las petroleras Chevron e YPF y por siete al presupuesto inicial de 2013 para atender la Asignación Universal por Hijo (AUH).

El crecimiento de las importaciones de energía representa, también, un mal augurio tanto para ahorristas como para quienes tienen su negocio atado al acceso al dólar. Todas las medidas relacionadas con el cepo cambiario, tanto las que apuntan al turismo como la restricción de compras al exterior, tienen como inspiración la necesidad de resguardar esa divisa para pagar la factura energética.

"La economía va a un estancamiento inflacionario, por lo que por el lado de la demanda de energía las presiones del año próximo se van a desacelerar. Pero como la oferta de petróleo y gas del país mantendrán una tendencia a la baja, las importaciones van a seguir creciendo. Si asumimos un escenario de precios similar al de este año pueden aumentar a unos 14.000 o 14.500 millones de dólares", explicó Daniel Montamat, ex secretario de Energía y ex presidente de YPF, ante la consulta de LA NACION.

Jorge Lapeña, otro ex secretario de Energía, sostuvo: "El número final de 2014 depende de muchas cosas, pero mientras sigan bajando la producción de gas y la de petróleo y continúe en aumento la demanda energética en todos los rubros -naftas, gasoil y energía eléctrica-, las compras al exterior crecerán fuertemente como en los últimos tres años. No es irreal pensar en que llegarán a los US$ 15.000 millones".

El desdén de Néstor Kirchner y, luego, de Cristina Kirchner por la producción de gas parece estar entre las principales causas del crecimiento en las importaciones energéticas. Al menos así lo muestran las estadísticas oficiales. Hasta noviembre, el Gobierno pagó 5459 millones de dólares para cubrir la brecha que ocasionó la menor producción doméstica y el crecimiento de la demanda. De este total, US$ 3542 millones se destinaron a solventar las compras de gas natural licuado, que llegan hasta los puertos de Bahía Blanca y Escobar. Otros 2007 millones de dólares fueron a Bolivia, que exporta cada vez más gas al país.

Las compras de gas, además, encierran otro problema. En la mayoría de los casos, se pagan a través de subsidios del Estado para mantener las tarifas congeladas. Desde la llegada de Axel Kicillof al Ministerio de Economía -primero como número dos y luego como jefe-, el Gobierno ha dado señales para estimular la producción local de hidrocarburos, en especial de gas, cuya producción registra una caída persistente durante la década kirchnerista.

De acuerdo con los números que esgrimió Kicillof durante su disertación en el Día del Petróleo, a principios de mes, el Estado transfirió a las petroleras 1500 millones de dólares en subsidios en el contexto de un plan de estímulo a la producción de gas que anunció la presidenta Cristina Kirchner en noviembre de 2012.

Esas transferencias les garantizan a las petroleras que cobrarán US$ 7,50 por millón de BTU (la unidad de medida) por el gas adicional que sumen a su oferta anterior. El precio triplica el valor promedio que recibían las compañías y comenzó a contener la caída en la producción de las grandes empresas. Sin embargo, el estímulo se nota especialmente en los números de la estatizada YPF, que sólo explica el 25% de la oferta nacional de gas.

Las importaciones son apenas un capítulo de la balanza comercial energética. Debido a la caída de las exportaciones, el rojo se profundizará el año próximo, hasta los US$ 8500 millones, según los números de Montamat. Un motivo más para ajustar la presión sobre el cepo cambiario.

Fuente: La Nacion