lunes, 30 de mayo de 2011

¿Porqué nos cuesta tanto aceptarlo?



Una amenaza ambiental inminente es muy probable que encuentre a nuestras comunidades siempre alertas y en fase de preparación. En caso de que una represa pueda inundar el valle en el que vivimos, o una explotación minera ponga en riesgo la seguridad de las aguas, con un poco de impulso ya pasaríamos a la acción. Estas posibilidades constituyen en sí mismas amenazas cercanas, tangibles y muy concretas, y por lo tanto estamos en condiciones de coordinar rápidos movimientos para preservar nuestro hábitat.

En cambio los problemas convergentes del Cenit del Petróleo y el Cambio Climático, nos parecen todavía una cuestión más bien teórica, y no podemos sentirlos tan de cerca. Frente a ellos, la gran mayoría de nosotros nos encontramos aún en la fase de negación, o en el mejor de los casos, en la de conciencia. El principal problema no es entonces el progresivo declive de la energía fósil ni el colapso de la economía global, sino la dificultad que tiene la sociedad para aceptarlos como amenazas concretas, comprendiendo cabalmente lo que significa.

Y esto sucede porque observamos la realidad como síntomas aislados. Todos estamos a favor del cuidado del medio ambiente, nos indignan las cada vez más frecuentes agresiones a la naturaleza en la desenfrenada carrera del consumo, pero todo queda allí, pues vemos que la vida sigue más o menos como siempre. Cuando alguien nos habla del Pico del Petróleo no se nos dispara la secreción de adrenalina. La adrenalina se nos dispara en cambio si alguien nos da un puñetazo en la cara...

“La negación es la condición por defecto... Todos vivimos en una continua negación. Y resulta muy difícil sacar la cabeza para ver por encima de eso. Deja la negación a un lado, inhala una buena bocanada de aire fresco, y así podrás entender lo que realmente está sucediendo” [Richard Heinberg]

"Los nuevos paradigmas pasan siempre por tres fases: Al principio se los ridiculiza. Luego se los rechaza con violencia. Al final se aceptan como algo evidente" [Chris Martenson]


Fuente: Red de la transición - Comarca Andina


La "Gran Emergencia"

La humanidad ha mutado en un lapso muy breve, desde una economía local, pausada, agrícola y autosuficiente, hacia una vertiginosa realidad global, acelerada, industrial y totalmente dependiente. Ahora, luego del pico de Hubbert, tenemos que desandar forzosamente ese camino, ingresando a una etapa post-industrial, y volviendo gradualmente a una vida mucho más local. Este proceso es inapelable, y la humanidad no está preparada para enfrentarlo. Por lo tanto debemos tratar de evitar un colapso societal de dimensiones impredecibles, tal como lo vaticina la Teoría de Olduvai, y todo apunta a que nuestra única opción es recuperar la resiliencia perdida, poniendo en marcha cuanto antes una Iniciativa de Transición en la comunidad donde vivimos.

Petróleo y transporte

El transporte de personas como de mercancías, actualmente representa más del 60 por ciento de todo el petróleo consumido globalmente, y los sistemas de transporte mundial son dependientes de petróleo y sus derivados en más de un 90 por ciento. En consecuencia, el combustible para el transporte es el uso más fácilmente observable del petróleo en nuestra vida cotidiana.

Las ciudades modernas y los pueblos han sido diseñados en torno al automóvil, y muchos, si no la mayoría, de las ciudades requieren el uso de transporte motorizado con el fin de atravesar de manera eficiente las grandes distancias entre localidades.
Con la expansión urbana, un vehículo personal se ha convertido en una herramienta vital para ir y venir de fuentes de empleo, educación, socialización, alimentación, ropa y medicina.
Los sistemas de transporte público no existen o son difíciles de usar en muchas áreas, especialmente las que se caracterizan por el desarrollo suburbano, ni son lo suficientemente variada para satisfacer las demandas de un número de usuarios diversos y dispersos. Una reducción en el suministro de petróleo sumado a los precios en aumento del mismo impactará de manera significativa en las opciones de transporte que hagamos, mientras que el costo de mantención y uso de un vehículo personal se torne cada vez más caro.

A mayor escala, los efectos también son sistémicos. Los sistemas de transporte se han construido sobre una excesiva dependencia de petróleo barato, lo que permite la importación relativamente barata de los productos manufacturados de todo el mundo. A medida que las naciones dependen cada vez más de los productos importados de los mercados globales, disminuye la producción local, dando lugar a productos que necesitan ser enviados por medio de aviones, barcos o camiones, a distancias cada vez más lejanas.

En última instancia, el aumento de los precios del combustible se traduce en mayores precios de los bienes, lo que significa que todas las partes de la red de distribución de mercancías pagan precios más altos y absorben mayores costos. En muchos casos, las personas y las empresas no serán capaces de absorber estos costos adicionales. Finalmente, una reducción en el transporte resultará en una escasez local de amplias gamas de productos, recursos y servicios.



Mi abuelo viajaba en camello, mi padre en coche, yo viajo en avión, y mi hijo viajará en camello” [Proverbio árabe actual]
 

Un problema nunca antes visto

En este brevísimo lapso de tiempo en términos geológicos, desde que la economía se potenció con los combustibles fósiles para comenzar su imparable vorágine, de igual manera la población mundial explotó mucho más allá de la capacidad de carga del planeta, y al mismo tiempo nuestra civilización comenzó a creer que sería cada vez más fuerte, rápida y productiva, y así por siempre. Aún hoy descansamos en el paradigma de que podremos continuar disfrutando de estos rendimientos y confort tan descomunalmente superiores a los que teníamos antes de la era del petróleo.

 Población mundial y pico del petróleo: Se observa que el crecimiento exponencial de la población se montó sobre al flanco ascendente del breve intervalo histórico del petróleo (pico sombreado gris). En la actualidad, mientras la población sigue ascendiendo, la explotación petrolera ya comenzó el declive. La gran pregunta es cuánto tiempo más podrán resistir los sistemas globales luego de este quiebre sin precedentes.





Petróleo y alimentos

Un aumento en el precio del petróleo tendrá un impacto directo en el precio de todos los bienes: incluidos los alimentos. Muchos de los productos alimenticios que se encuentran en las góndolas de los supermercados son transportados cientos o miles de kilómetros y requieren cantidades significativas de energía para llevarlos desde el productor hasta el consumidor. Un incremento en los precios del petróleo se trasladará hacia mayores precios en los alimentos, particularmente para los productos perecederos que necesitan ser trasladados dentro de cierto tiempo por medio de camiones refrigerados (ej: leche, carne y vegetales).

Sin importar el precio del transporte, el precio de los alimentos se incrementará porque la agroindustria depende fuertemente del petróleo y derivados para la producción de alimentos y su cosecha. La producción de alimentos procesados es un procedimiento altamente ineficiente (por cada caloría de alimento se consumen en su producción 10 calorías de petróleo).

Un incremento en el precio del petróleo también tendrá serias implicancias en las prácticas agrícolas modernas. La agroindustria depende totalmente de los combustibles fósiles. Los fertilizantes artificiales y los pesticidas químicos son hechos a partir de derivados del petróleo, y la maquinaria agrícola dependiente del mismo ha reemplazado al trabajo humano y animal, llevando a la aniquilación de muchas pequeñas granjas familiares en favor de inmensas granjas de tipo industrial.

Un aumento en la explotación de las tierras aptas para cultivos ha resultado en el agotamiento de las mismas, debiendo depender enormementede los fertilizantes químicos para poder abastecer de alimentos a la gigantesca población mundial.

Por las razones antes expuestas, el sentido común nos señala que sin petróleo y sus derivados, simplemente no habrá suficiente alimento para 7000 millones de personas. Eso sin sumar otra variable que agrava más aún este terrible problema: el uso de alimentos como el maíz, la soja, la caña de azúcar, etc. como biocombustibles para paliar el déficit de combustibles fósiles.






¿Por qué las energías renovables no nos salvarán del desastre?

Existen alternativas, pero su desarrollo depende de la disponiblidad de petróleo, y no pueden reemplazar la enorme cantidad de energía que éste suministra.


Según el profesor Richard Heinberg, de la New College of California, hay varias razones por las cuales las alternativas energéticas no pueden suplir al petróleo:

1) Ninguna de estas energías puede reemplazar al petróleo en facilidad de distribución y rendimiento energético.

2) Todas estas energías tienen límites de eficiencia, o límites en su distribución, o riesgos en su empleo (que en comparación el petróleo no tiene).

3) El sistema de distribución energética planetario está en función del crudo y optimizado para él. Pasar a otras fuentes de energía implica la reconversión de este esquema de distribución, y también de reelaboración de productos, procesos e industrias enteras.

4) Todo esto implicaría cambios sociales que llevan su tiempo. Imponer una nueva tecnología lleva 20-30 años, pero además hay que pensar en la reconversión del entorno energético completo. Si estamos en el Peak, ya es tarde: se calcula que los efectos violentos de la crisis empezarían para aproximadamente 2012.

5) "La acción del mercado" no es confiable ni lógica pues depende de los intereses de los inversores, no del cuidado del bien común. A los inversores posiblemente les convenga concentrarse en apuntalar hasta el límite el esquema energético petrolero, que ya está creado, con gasto de infraestructura mínimo, y que por eso requiere menos inversión. ¿Y qué problema hay mientras haya clientes que paguen? Cuando todo se derrumbe, posiblemente la energía alternativa sea opción, pero probablemente sea una opción implementada a medias: las nuevas energías necesitan energía para su desarrollo e implementación, energía que en el momento crítico será escasa.

6) Nuestra mentalidad toma como axioma la existencia de energía barata, de consumo ilimitado. No acepta la existencia de límites y umbrales. Reconvertir el patrón energético de nuestra civilización en función de esos límites implica en el fondo cambiar la sociedad, la economía, la organización política, pues todas dependen de ese patrón.

El hidrógeno:

El hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector energético, es decir, en él se almacena la energía producida por fuentes primarias de energía. Esta producción es, además, deficitaria, pues se necesita más energía para su fabricación que la que después proporciona. Sin embargo, se habla de él como “el combustible del futuro” para nuestros vehículos, pues una vez producido se trata de un combustible líquido, como el petróleo, y no contaminante, por lo que en principio se puede utilizar como sustituto de éste para mover vehículos. Pero si es complicado que las energías renovables puedan contribuir significativamente a la producción de electricidad, imaginemos lo que supondría que además tuvieran que producir la energía necesaria para fabricar hidrógeno en cantidades suficientes para sustituir al petróleo en el transporte mundial. El hidrógeno presenta otros problemas técnicos, pues ocupa de cuatro a once veces el volumen de la gasolina o el diesel, necesita mantenerse a temperaturas muy bajas (esto también requiere energía) y los actuales vehículos no están preparados para su utilización, por lo que si todas las dificultades que presenta se pudieran salvar, haría falta una adaptación de todo el sistema de transporte mundial que se debería llevar a cabo antes de que comience la escasez de petróleo.
Como he dicho, el hidrógeno es el elemento más simple y se escapa de cualquier recipiente, sin importar lo fuerte o aislado que se encuentre. Por esta razón, el hidrógeno siempre se evaporará en los depósitos de almacenamiento, a un ritmo de al menos un 1,7 por ciento diario. Además, el hidrógeno es muy reactivo. Cuando el gas de hidrógeno entra en contacto con superficies de metal se descompone en átomos de hidrógeno, que son tan pequeños que pueden penetrar el metal. Esto provoca cambios estructurales que hacen que el metal se haga quebradizo. El mayor problema, quizá, para el transporte del hidrógeno destinado a las células de combustible es el tamaño de los depósitos. Se necesita un volumen de 238.000 litros de hidrógeno, en forma gaseosa, para reemplazar la capacidad energética que contienen 20 galones de gasolina.
En la Conferencia de la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo (ASPO) en París, en mayo de 2003, una conclusión generalmente aceptada por casi todos los asistentes fue que el hidrógeno, al contrario que las promociones populares confortablemente aceptadas por escritores como Jeremy Rifkin, no es una solución ni a corto ni a largo plazo, debido a sus costes intensivos de producción, las ineficacias energéticas inherentes, la falta de infraestructuras y otros aspectos impracticables. En nombre de Daimler Chrysler, que reconoció el cénit del petróleo sin conclusión alguna, aunque reconocieron que habían investigado extensivamente sobre los vehículos de hidrógeno, el Dr. Jorg Wind dijo a la Conferencia que su compañía no veía el hidrógeno como una alternativa viable a los motores de combustión interna basados en el petróleo.


Centrales hidroeléctricas:

El poder hidroeléctrico actualmente aporta tan sólo el 2.2% del suministro de la energía global, y presenta pocas posibilidades de aumentar significativamente su porcentaje en el total del consumo energético mundial, y menos de solucionar las necesidades de transporte y fabricación de objetos de uso diario e imprescindible.
La construcción de grandes presas también requiere de energía que se obtiene del petróleo y representa siempre un gran impacto para las áreas afectadas, tanto desde el punto de vista ecológico como humano, por la cantidad de personas desplazadas de sus zonas de origen, problemas que se agravarían si se tratase de incrementar la producción de esta fuente de energía.


Solar, eólica, mareomotriz y geotérmica:

Las energías solar y eólica significan respectivamente tan sólo el 0,5% de la producción energética mundial, pese a que están fuertemente subvencionadas. Las restantes energías renovables, como la mareomotriz o la geotérmica, todavía suponen menos. Las energías renovables presentan diversas dificultades, pues la energía que proporcionan varía mucho de unas zonas a otras, es muy dependiente de las condiciones externas -atmosféricas, transcurso del día y la noche, etc.-, no se puede almacenar o transportar tan fácilmente como el petróleo o el gas natural - las baterías son caras y voluminosas y se desgastan al cabo de 5 a 10 años-, y su implantación masiva requeriría una gran ocupación de espacios sobre los que se generarían diversos impactos. Además de todo ello, para su implantación estas energías necesitan del petróleo, que ha sido quien ha posibilitado su incipiente desarrollo, al utilizarse tanto como materia prima, como en forma de energía requerida para construir la infraestructura que llevan aparejada, y la fabricación, almacenaje y transporte de los materiales empleados. Estas energías renovables, no sólo habrían de ir cubriendo la actual aportación de los combustibles fósiles a medida que la disponibilidad de éstos se vaya reduciendo, sino que también deberían abastecer el fuerte incremento de la demanda, salvo que se aplicasen medidas de ahorro que, como hemos visto, resultan muy complicadas. A esto se une que para implantarlas se requiere energía y materiales que cada vez serán más escasos y caros debido a la menguante disponibilidad y el encarecimiento del petróleo.

Biomasa y biocombustibles:

Los residuos agrícolas y de la explotación maderera han sido y siguen siendo una útil fuente de energía local y renovable para pequeñas comunidades, especialmente en los países pobres, que les permite reducir su dependencia de otras fuentes como el petróleo. También se pueden obtener biocombustibles para los vehículos a partir de aceites vegetales o de desechos forestales que, al igual que en el caso del hidrógeno, se anuncian como “combustibles del futuro”. Pero hay que tener en cuenta que los biocombustibles no tienen las prestaciones de la gasolina y que, una vez más, hace falta mucha energía para todo el proceso de producción (siembra, cuidado, fertilización, regado, cosecha, transporte y procesamiento), energía que en la actualidad se obtiene del petróleo.
Además, hay que considerar que si se extendiesen por todo el mundo los cultivos de tal manera que los biocombustibles pudieran reemplazar significativamente al petróleo en los transportes, la cantidad de tierra fértil necesaria sería inmensa, lo que agravaría los problemas de hambre y desertización ya existentes. El mercado no atiende a necesidades, por lo que se podría dar el caso de que en muchos países se empezara a sustituir cultivos destinados a la alimentación humana por otros destinados a “alimentar” coches, que los ciudadanos del Primer Mundo podrían pagar a mejor precio del que podrían ofrecer los habitantes de los países de origen para comprar alimentos básicos para subsistir.

El empleo de la biomasa tiene varios inconvenientes:
· Los rendimientos de las calderas de biomasa son algo inferiores a los de las que usan un combustible fósil líquido o gaseoso.
· La biomasa posee menor densidad energética, o lo que es lo mismo, para conseguir la misma cantidad de energía es necesario utilizar más cantidad de recurso. Esto hace que los sistemas de almacenamiento sean, en general, mayores.
· Los sistemas de alimentación de combustible y eliminación de cenizas son más complejos y requieren unos mayores costes de operación y mantenimiento (respecto a las que usan un combustible fósil líquido o gaseoso). No obstante, cada vez existen en el mercado sistemas más automatizados que van minimizando este inconveniente.
· Los canales de distribución de la biomasa no está tan desarrollados como los de los combustibles fósiles (sólo aplicable en el caso de que los recursos no sean propios).
· Muchos de estos recursos tienen elevados contenidos de humedad, lo que hace que en determinadas aplicaciones puede ser necesario un proceso previo de secado.
Con respecto al uso de biomasa, en los países industrializados aún no se ha establecido su viabilidad económica, y ningún país del mundo la usa en gran escala. En muchos países en desarrollo se la utiliza en forma no comercial pero a costa de serios problemas derivados de la deforestación y desertificación de grandes zonas geográficas con los consiguientes desequilibrios ecológicos, por lo que no se la considera un posible sustituto masivo de los combustibles fósiles.
Los biocombustibles también presentan otras desventajas:
- En su producción se emplean, entre otras fuentes de energía, combustibles fósiles, cada vez menos disponibles.
- El coste de producción de los biocombustibles dobla, aproximadamente, al del de la gasolina o gasóleo (sin aplicar impuestos). Por ello, no son competitivos sin ayudas públicas.
- Se necesitan grandes espacios de cultivo, dado que del total de la plantación sólo se consigue un 7% de combustible. En España, habría que cultivar un tercio de todo el territorio para abastecer sólo la demanda interna de combustible.
- Potenciación de monocultivos intensivos, con el consiguiente uso de pesticidas y herbicidas.
- El combustible precisa de una transformación previa compleja. Además, en los bioalcoholes, la destilación provoca, respecto a la gasolina o al gasóleo, una mayor emisión en dióxido de carbono. - Su uso se limita a un tipo de motor de bajo rendimiento y poca potencia.

Fusión nuclear:

Es otra fuente de energía de la que se dice que resolverá todos los problemas energéticos mundiales en el futuro. Pero lo cierto es que desde que se planteó inicialmente ya se advertía que no iba a estar disponible al menos antes de pasados unos 50 años, y así se continúa diciendo en la actualidad pese a que han pasado más de 30 desde aquel momento. Son muchas las dificultades que presenta el desarrollo de esta energía para poder utilizarse, de manera que muchos expertos ponen en entredicho la conveniencia de continuar con las enormes inversiones destinadas a su investigación y desarrollo, que podrían suponer un inútil derroche de medios y energía. Las complejidades tecnológicas a superar son muy grandes, pues hace falta alcanzar temperaturas superiores a cien millones de grados para que tenga lugar la reacción de fusión, elaborar materiales que puedan resistir las altas temperaturas y la intensa radiación, confinar una cantidad suficiente de núcleos durante un tiempo lo bastante prolongado como para que la energía liberada sea significativamente mayor que la necesaria para calentar y mantener aislado el combustible y, finalmente, desarrollar dispositivos que capturen la energía generada y la conviertan en electricidad, de manera que de todo el proceso se obtenga un balance energético suficientemente positivo.
El ITER producirá de 30.000 a 40.000 toneladas de residuos radiactivos, y emitirá una enorme cantidad de tritio, un elemento radiactivo que causa cáncer, enfermedades congénitas y daños genéticos si lo absorbe el cuerpo humano.El reactor ITER no producirá ninguna electricidad de uso ya que se trata de un mecanismo experimental. Se necesitaran, como mínimo, dos generaciones de reactores experimentales -incluyendo el propio ITER- antes de poder construir un prototipo de reactor comercial, lo que supone, como hemos dicho, unos 50 años. El reactor ITER es puramente experimental y no producirá electricidad, al contrario, la consumirá en grandes cantidades, en torno a 100 Megawatios de potencia de base para refrigerar las bobinas superconductoras que contienen el plasma del reactor y 500 Megawatios para calentar el plasma en pulsaciones de tres segundos varias veces al día, una cantidad de electricidad equivalente a la que consume una ciudad como Tarragona en la misma cantidad de tiempo.
Es decir, no hay ninguna garantía de éxito, pues en palabras de la propia industria energética, en el mejor de los casos, lo máximo que se espera de el ITER es un empate: que el reactor genere al menos tanta energía como la que será necesaria para calentar el hidrógeno a esa temperatura. Los científicos intentarán desarrollar a partir de lo que descubran con el ITER un reactor comercial capaz de producir electricidad. No está claro que sea posible y hay muchos que critican esta arriesgada y cara apuesta. Además, el problema no estaría resuelto, pues se generaría electricidad pero su aplicación en los transportes sería extremadamente compleja, por no hablar de cómo se sustituiría el petróleo para la elaboración de miles de productos de uso cotidiano y harto necesario para nuestra forma de vida.
Dos candidaturas se disputaban el ITER, Japón y Francia. Cadarache, el definitivo emplazamiento, estuvo peleando hasta las últimas semanas por la sede con la localidad japonesa de Rokkasho-Mura. Durante varios años el proyecto ITER se encontraba bloqueado porque los seis países y organizaciones que lo promueven no habían logrado llegar a un acuerdo sobre el lugar de su emplazamiento, lo que retrasó el avance del proyecto.
En resumen, los plazos son demasiado largos teniendo en cuenta que se nos echa encima una recesión sin precedentes, que podría dificultar enormemente, o imposibilitar la consecución del proyecto. El plazo de construcción del reactor es de 10 años y su explotación de otros 20 años, tras los cuales deberá ser desmantelado, una fase que podría alargarse hasta 40 años. A medio camino, hacia el año 2040, se espera que todo esté en condiciones para que la red eléctrica pueda abastecerse de la energía producida por fusión nuclear. Si tuviera éxito, todavía faltarían pasos importantes y mucho tiempo hasta la llegada de reactores comerciales de fusión nuclear, cuya existencia no se prevé antes de 2050.




Fin del petróleo

Teoría del pico de Hubbert - Parte III

En 1971, Hubbert usó las estimaciones de las reservas mundiales de crudo para predecir el pico global del petróleo. Echó mano tanto de las previsiones más optimistas como de las más pesimistas del momento, lo que le situó el pico entre 1995 y el año 2000. Dado que la predicción resultó ser errónea, han debido ocurrir otros factores imprevisibles que hayan retrasado la aparición del pico. Uno de estos factores sería la crisis energética de 1973 en la cual disminuyeron drásticamente los suministros de crudo, lo que se tradujo en una escasez que condujo a reducir el consumo. La crisis energética de 1979 y el pico en el precio del barril en 1990 debido a la Guerra del Golfo fueron similares pero tuvieron efectos menos graves sobre los suministros. Por lo que respecta a la demanda, las recesiones en los 80 y los 90 redujeron también la demanda de consumo de crudo. Todos estos efectos teóricamente habrían sido los causantes del retraso del pico del petróleo.

La Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo y el Gas (ASPO) fue fundada por el geólogo Colin Campbell. Basándose en la información actual sobre las reservas petrolíferas conocidas y sobre la tecnología disponible, la asociación predice que el pico mundial de producción sucederá en torno al año 2010. Para el gas natural el pico se retrasaría unos años más y se situaría entre el 2015 y el 2025.


En la Argentina, tanto el Departamento de energía de los EEUU como British Petroleum advirtieron que 1998 fue el año del pico de petróleo.


En años recientes el consumo ha alcanzado la cifra de 25.000 millones de barriles anuales mientras que la cifra de nuevos descubrimientos petrolíferos ha disminuido hasta, tan solo, 8.000 millones de barriles anuales. La tendencia es totalmente insostenible ya que va hacia un aumento del consumo y una disminución cada vez más acusada en los nuevos hallazgos. Todo hace pensar que los enormes campos petrolíferos y de fácil acceso ya son cosa del pasado.







Fuente: Wikipedia

Teoría del pico de Hubbert - Parte II

Hubbert es el geofísico que creó el modelo matemático que predice el nivel de extracción del petróleo a lo largo del tiempo. Según su teoría, la extracción de un pozo cualquiera sigue una curva con un máximo, cenit de producción, en su centro. Llegados a ese punto cada barril de petróleo se hace, progresivamente, más caro de extraer hasta que la producción deja de ser rentable al necesitarse gastar más cantidad de crudo, que el que se obtiene de extraerlo, es decir cuando se necesita consumir el equivalente a un barril de petróleo, o más para obtener ese mismo barril de crudo del subsuelo. Observó también que, si la curva de producción de un pozo seguía esa simple función gaussiana, la curva de producción de países enteros y, por extensión, la curva mundial seguirían patrones similares. Estas son las que se conocen como curva de Hubbert.

Tomando la producción pasada de crudo y, salvo que ocurran factores anómalos como un bajón en la demanda, el modelo predice la fecha del punto de máxima producción para un campo petrolífero o, por extensión, para toda una región entera. El máximo de extracción es citado como el pico. Tras el pico la extracción entra en la fase de agotamiento. El gráfico del ritmo de producción de crudo para un yacimiento individual sigue, como se ha explicado, una configuración de campana: primero, un lento y sostenido período de producción creciente, luego, un incremento acelerado que finaliza en una meseta (el pico) para, finalmente, emprender una empinada cuesta abajo en la producción, llevándola a un declive irreversible.

Cuando se descubre una reserva petrolífera su reducida producción inicial empieza con muchas limitaciones debido a toda la infraestructura que se requiere instalar para que el yacimiento pueda ser explotado a pleno rendimiento. Cuando se han horadado suficientes pozos y se han instalado todas las plantas de extracción y procesado necesarias la producción aumenta. Pero en algún momento se alcanza un nivel de extracción que no puede ser rebasado por muy avanzada tecnología que se use o por mucho que se hagan más pozos.
Después del pico, la producción disminuye irremediablemente y cada vez más rápido. Pero antes de llegar al agotamiento completo del yacimiento existe otro punto significativo que no tarda en alcanzarse. Esto es cuando la extracción, transporte y procesado de cada barril extraído cuesta más energía que la contenida en él. 
Llegados a ese punto, Hubbert teorizó que la extracción de crudo con fines energéticos dejaría de ser rentable por lo que ese campo petrolífero sería abandonado. En 1956, Hubbert predijo que la producción de crudo de los Estados Unidos debería alcanzar su pico entre 1965 y 1970. Y lo cierto es que el pico se alcanzó el año 1971, año a partir del cual la produccón ha seguido un progresivo descenso hasta tal punto que, actualmente, se extrae al mismo nivel que durante la década de los 40.



Fuente: Wikipedia

Teoría del pico de Hubbert - Parte 3