miércoles, 1 de junio de 2011

Iniciativas de Transición

Frente al problema del decrecimiento energético hay dos visiones dominantes en la sociedad. La primera, claramente mayoritaria, está centrada en la negación, es decir, creer que no existe ningún problema, que todo seguirá siempre igual, que por el momento hay cosas mucho más urgentes de que ocuparse, y que en el caso de presentarse la escasez de los combustibles fósiles, seguramente la ciencia y la tecnología resolverán el problema desarrollando a tiempo las soluciones necesarias (ver Paradoja de Jevons).

La otra visión típica es todo lo contrario: El Apocalipsis, es decir el fin del mundo. Ya es demasiado tarde y nada puede hacerse para corregir los rumbos erráticos de la humanidad. Por lo tanto el cambio climático y la economía global se irán completamente fuera de control, y resultará inevitable el colapso societal. Desde este punto de vista nos espera un futuro lleno de desastres ambientales, cataclismos, desgracias, hambrunas, conflictos, guerras y destrucción.

La Transición propone en cambio una visión alternativa a las dos típicas mencionadas, y se basa en los siguientes supuestos básicos:

Una vida con un consumo energético drásticamente menor que el actual es inevitable, y es mejor planificarla en vez de esperar a que esta nueva realidad se presente por si misma. Debemos actuar colectivamente y comenzar desde ahora.
Nuestros pueblos y asentamientos actuales carecen de las herramientas esenciales para enfrentar los serios desequilibrios que provocará el declive de los combustibles fósiles. La clave de la sostenibilidad futura es aumentar la resiliencia.
Si logramos una suficiente masa crítica inicial, permitiendo que la creatividad y la imaginación colectiva comiencen a diseñar nuestro descenso energético, podremos gradualmente crear las redes humanas y un nuevo estilo de vida que pueda desarrollarse reconociendo y respetando los límites biogeológicos del planeta.

Darnos cuenta de todo lo que implica este momento crucial de la historia nos puede sumir en un estado de gran vacío, depresión o impotencia. El Movimiento de Transición surge como respuesta creativa a esta toma de conciencia, nos rescata tanto de la negación suicida como de la desesperanza apocalíptica, y se basa en un puñado de ideas muy simples y concretas que apuntan hacia la acción anticipada, en lugar del miedo paralizante.


Fuente: Red de la Transición - Comarca Andina



¿Qué es la resiliencia?

El concepto de resiliencia es central para la Transición. En ecología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de un sistema para asimilar choques externos y reacomodarse mediante cambios fortalecedores. Actualmente los transicionistas aceptamos la siguiente definición:

"Resiliencia es la capacidad de un sistema para absorber disturbios y reorganizarse durante un proceso de cambio, manteniendo en esencia la misma función, la estructura, la identidad y la retroalimentación."


En el contexto actual de las comunidades y poblaciones en transición, el término Resiliencia se refiere a la capacidad para evitar el colapso ante la escasez de petróleo o de alimentos, y la adaptabilidad frente a las perturbaciones. El conflicto de los conductores de camiones del Reino Unido en el año 2000 nos ofrece una valiosa lección: En el espacio de tres días la economía británica fue llevada al borde del abismo, dejando al país a las puertas de los racionamientos de comida y enfrentamientos civiles.

Poco antes que la disputa fuera solucionada, Sir Peter Davis, presidente de la cadena de supermercados Sainsbury’s, le envió una carta a Tony Blair, por entonces primer ministro británico, para advertirle que la escasez de comestibles era cuestión de días y no de semanas. El Departamento Británico de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (DEFRA) aseguró mediante una declaración en el año 2003, que "la seguridad alimentaria nacional no resulta ni necesaria ni es deseable". La fragilidad de esta ilusión es por demás evidente. Resulta obvio que ya no nos queda ninguna capacidad de reacomodamiento o resiliencia en que respaldarnos, y en cualquier momento estamos en realidad a tan sólo tres días del riesgo cierto de hambruna, evocando el viejo dicho de que "cualquier civilización está a tan solo tres comidas del caos". Nos hemos vuelto completamente dependientes de la más absoluta inseguridad, y no tenemos plan B.
El concepto de resiliencia va más allá del bien conocido concepto de sustentabilidad. Una comunidad en la que, por ejemplo, sus residuos plásticos son convenientemente recolectados y clasificados, puede enviarlos luego a una planta de reciclamiento. Mientras que sin dudas esto resulta beneficioso para el medio ambiente en su totalidad, sin embargo no aporta casi resiliencia para la comunidad. Además de por supuesto plantearse una reducción en la producción de residuos plásticos, posiblemente una mejor solución sería desarrollar otros usos para los materiales plásticos descartables que requieran un mínimo procesamiento, tal vez fabricando bloques comprimidos para la construcción o algún material aislante que pueda aplicarse en usos locales. Simplemente recolectándolos y enviándolos lejos, no se impulsa a la comunidad hacia una mejor posición, ni estará respondiendo creativamente a los cambios o disturbios externos. Lo mismo es válido para algunas de las estrategias que se lanzan por el cambio climático que no toman en consideración el cenit del petróleo. Aunque la ciencia está dividida sobre este criterio, el solo hecho de plantar árboles para crear bosques comunitarios que puedan limitar el carbono y ayudar a la biodiversidad hace muy poco para aumentar la resiliencia. En cambio las plantaciones agroforestales, frutícolas y hortícolas bien diseñadas sí lo hacen. Con la iniciativa de los ‘Bosques del Milenio’ [plan oficial de reforestaciones en el Reino Unido] se perdió una gran oportunidad para poner en marcha un recurso clave: podríamos ya contar con enormes plantaciones de árboles dedicados a la producción de alimentos a lo largo y ancho del país dando sus frutos, dicho esto tanto en forma metafórica como literal.

El economista David Fleming afirma que una comunidad con resiliencia ampliada contaría con estas cualidades significativas:
Si una parte es destruida, el golpe no desestabilizará al sistema completo.
Habrá una amplia diversidad de soluciones desarrolladas creativamente en respuesta a las circunstancias locales.
Se pueden satisfacer las necesidades a pesar de una substancial reducción de los viajes y transportes.
Las grandes estructuras y burocracias intermediarias son reemplazadas por alternativas locales adaptadas a cada caso particular, y con mucho menor costo

La resiliencia ampliada y una economía local más fuerte no significan poner un alambrado alrededor de nuestros pueblos y ciudades, impidiendo que nada ingrese o salga de ellos. No es un rechazo al comercio ni de modo alguno un retorno a las versiones de la realidad color de rosa imaginadas en el pasado. Significa estar más preparados para un futuro sin derroche, con mayor autosuficiencia, y priorizando todo lo que sea de producción local frente a lo importado.