jueves, 25 de julio de 2013

Primer terremoto en una zona de fracking en Argentina


El Centro Nacional de Información de Terremotos del Servicio Geológico de Estados Unidos registró un movimiento telúrico de una magnitud de 5.4 mb, en la provincia de Santa Cruz. El epicentro ocurrió 81 kilómetros de la localidad de Las Heras y a 21 kilómetros de profundidad indica el sitio Web, donde YPF perforó tres pozos no convencionales con técnicas de fracking.


Los pozos son LP.xp-2529, ECh.xp-159 y LC.xp-818. Ninguno de esos pozos tiene estudio de impacto ambiental ni tampoco se llamó a audiencia pública, tal como lo indica la ley 2658. Son ya conocidos en varios puntos del mundo los efectos sísmicos causados por el fracking, y este parece ser un ejemplo; si no lo es, muestra lo inestable de la estructura geológica que puede ser afectada cuando esta actividad se magnifique.

Así lo informó el Centro Nacional de Información de Terremotos del Servicio Geológico EE.UU. – Golden (Neir) en su sitio Web. El movimiento telúrico no se percibió pero quedó registrado en los sensores de ese centro de alerta temprana.

El movimiento pasó desapercibido por los habitantes de la localidad pero no ocurrió lo mismo con los sensibles sensores del servicio geológico del EE.UU.


Fuente: AIM Digital


sábado, 20 de julio de 2013

Una crisis que no se quiso ver: falta energía; sobraron advertencias



Varios documentos oficiales a los que LA NACION accedió revelan que el Gobierno fue alertado sobre las consecuencias de sus políticas energéticas; sin embargo, nunca modificó el rumbo.

 
Argentina está en un naufragio energético. No por los apagones eléctricos o cortes de gas, cada vez más extendidos y frecuentes, sino por el efecto negativo en la economía que provoca la tensión cambiaria como consecuencia de las importaciones de energía.

Múltiples sirenas externas sonaron en los últimos años y alertaron sobre la predecible colisión. Sin embargo, la primera alarma fue interna: llegó a través de asesores y funcionarios del Ministerio de Planificación Federal, quienes advirtieron a sus autoridades sobre la presencia del iceberg allá por 2003, apenas iniciada la llamada "década ganada".

Más allá del relato construido por el Gobierno, varios documentos oficiales de 2003 y 2004 -a los que accedió LA NACION- alertaron sobre la caída en la producción de gas por falta de inversiones, que se derivó de la ausencia de políticas de precios a largo plazo; hablaron del real peligro del desabastecimiento, de la distorsión de precios del GNC en relación con otros combustibles, y de la falta de seguridad jurídica y reglas claras en el sector.

Si había un diagnóstico, ¿por qué no se cambió el rumbo? Varias fuentes concuerdan en que, en un paralelismo con los 90, se habría formado una suerte de "convertibilidad energética".

Detrás de la inoperancia, la intención de crear una burguesía nacional mediante la adquisición de firmas quebradas o de los negocios con las millonarias importaciones y con los subsidios, la crisis energética tuvo como trasfondo un intercambio de votos a cambio de energía barata con el objetivo final de acumular poder político.

El gas natural, principal insumo energético de la Argentina, fue la gran preocupación de los asesores oficiales. Según datos de la Secretaría de Energía, en un contexto de crecimiento a tasas chinas, fuerte suba del consumo industrial y residencial, la producción de gas cayó un 15,6% desde 2003 hasta 2012.

Las reservas comprobadas de gas natural cayeron un 43% en los primeros siete años de kirchnerismo, afirman los ocho ex secretarios de Energía en un informe. El populismo energético costó US$ 4697 millones en 2012 -60% más que en 2011- en importaciones de gas natural de Bolivia y gas natural licuado (GNL). La cifra alcanza los US$ 9500 millones si se suman el fueloil y el gasoil. En el primer trimestre de 2013, las importaciones crecen a una tasa de 57% en relación con el mismo período del año anterior.

Esta foto fue anticipada hace casi una década en varios documentos oficiales en los expedientes N° S01:0189417/2003 (fojas 482 a 501, 158 a 160, 402 a 414, 385 a 401, 415 a 442, 571 a 585 y 781 a 784) y N° S01:042904/2004 (fojas 229 a 234), tras la llegada de Néstor Kirchner al poder.LA NACION llamó al Ministerio de Planificación, pero no obtuvo ninguna respuesta.

"La producción de gas natural requiere permanentes inversiones orientadas a compensar la declinación natural de la producción de los pozos existentes, así como a incorporar reservas que reemplacen aquéllas ya consumidas", afirmaron dos asesores del ministerio que ya dirigía Julio De Vido, en enero de 2004.

"En este marco, se ha observado una importante declinación en el flujo de inversiones", escribieron. Y agregaron: "Lo mencionado no debe producir sorpresa", ya que esta situación se da cuando los precios que percibe el productor "no permiten el repago de dichas inversiones". Y esos desembolsos, argumentaron finalmente, "no se realizan con el inevitable problema del abastecimiento en el tiempo, al no estar acompañado el crecimiento de la demanda del bien por un crecimiento acorde con la oferta, a través de las inversiones, salvo que el bien en cuestión sea una commodity (que no es el caso del gas natural), lo cual permite satisfacer la demanda vía comercio exterior, con el consecuente uso de divisas y sin resolver la pérdida en el nivel de actividad". Charles Massano y Marcelo Nachón, asesores de Gas de la Subsecretaría de Combustibles, que conducía Cristian Folgar, habilitaron, en ese memorando oficial, lo entonces impensado: una posible tensión cambiaria -la madre del cepo- por un posible desabastecimiento.

Todos los documentos recopilados son posteriores a la ley 25.561 de Emergencia Pública, que suspendió los contratos dolarizados por 120 días y, por ende, congeló el precio del gas en boca de pozo. Esa ley -algunas de sus partes- se prorrogó hasta estos días. El valor del gas natural en la Argentina se recompuso muy lentamente en el sector industrial, comercial y de generación, y marginalmente en el residencial.

El gran salto se dio durante la gestión del viceministro de Economía, Axel Kicillof. En noviembre de 2012, a través de una resolución que crea nuevos subsidios, se llevó a US$ 7,50 por millón de BTU (la unidad de medida) el precio del gas a boca de pozo adicional que se incorpore al mercado, o sea, por encima de la denominada inyección base. Como consecuencia, ese gas marginal triplica el valor que se paga en la cuenca neuquina, pero está por debajo de los US$ 11 que se pagan en la importación desde Bolivia o los más de US$ 18 que llegó a costar el gas licuado que llega por barco.

"Existen incertidumbres respecto del pleno abastecimiento del mercado interno", afirmó el documento 3281 del Enargas, fechado el 11 de julio de 2003. Esa nota está firmada por el entonces presidente, Héctor Formica. "Esta hipótesis está basada en la importante disminución de la perforación de pozos gasíferos registrada este año y en el plazo en que podrán reponerse las inversiones que acompañen el desenvolvimiento de la demanda, junto con la ausencia de estrategias de acción que generen señales de precios -desde el upstream hasta la distribución-", afirmó el ente en el documento dirigido al secretario de Energía, Daniel Cameron.

La solución oficial, a contramano de lo recomendado internamente, fue cortar el gas que se enviaba a Chile a comienzos de 2004, lo que aumentó el costo operativo a varias empresas trasandinas y tensó entonces las relaciones diplomáticas. Ese año, además, se restablecieron las importaciones de gas boliviano, que se habían interrumpido en 1999.

A través de contratos de corto plazo, se importaba entonces el 4,5% del consumo local (7,7 millones de BTU por día) a US$ 3,20 el millón. Hoy se cobran 11 dólares y se importan cerca de 14 millones de BTU por día.

También en 2004 se imaginó el Gasoducto del Noreste Argentino, que nunca se construyó. Y algo similar pasó un año después con el sueño de Néstor Kirchner y Hugo Chávez de construir el Gasoducto Bolivariano entre Venezuela y la Argentina.

En 2008, el gas boliviano dejó de alcanzar y se recurrió al mercado internacional a través de ocho barcos de GNL, que en la actualidad se convirtieron en 80. Hoy se importa el 25% del consumo de gas de la Argentina, según privados.

Cuatro años antes, en el documento oficial, el Enargas retomaba el argumento urgente de los empresarios locales. Según ellos advertían, la producción de gas "declina inexorablemente y lo hace a una tasa promedio país del 12% anual".

El ente advirtió además sobre una situación que podría impactar a los automovilistas. Habló del "sustancial aumento del gas natural como combustible y GNC impulsado por la distorsión de precios relativos con otros combustibles sustitutos". Años después, en 2007, taxistas y remiseros restringían sus servicios por la falta de este combustible.

Admisiones peligrosas

En la minuta de una reunión realizada el 14 de agosto de 2003, se recogió una interesante reflexión de Folgar ante empresarios del sector que exigen mejorar los precios en los nuevos contratos, y que relatan, ante el funcionario, "signos de escasez y cuellos de botella" en el sistema.

"Es posible que en los próximos 4 o 5 años, a diferencia de lo ocurrido en los últimos 10 años, la demanda supere la oferta, con lo cual se debe administrar la escasez a través de las señales de precios", estimó entonces el subsecretario de Combustibles.

En "Análisis del funcionamiento del mercado de gas natural y propuestas de normalización", que Massano y Nachón escribieron para Folgar en 2004, se destacó al gas natural como "un producto esencial", ya que tenía una "participación del 46%" en la oferta de energía del país.

Los asesores aclararon que en la economía está suficientemente desarrollado el análisis de las consecuencias que se derivan respecto de la falta de inversiones, cuando los precios que percibe el productor no permiten su repago, y para redondear sus argumentaciones, citaron dos ejemplos internacionales: el trabajo de Paul W. Mac Avoy y Robert S. Pindyck "Alternative Regulatory Policies for Dealing with the Natural Gas Shortage" , publicado en agosto de 1973, en el que se rememora cómo el congelamiento de los precios del gas en boca de pozo establecidos por la entonces Federal Power Commission (FPC) vaciaron el mercado y condujeron a un fuerte déficit del gas natural en los inviernos de los 70 y, con conclusiones similares, el estudio de Mary E. Carlson, Joan Heinkel, David F. Morehouse, William Trapmann, y Dana van Wagener (septiembre de 1991) titulado "Background on the Natural Gas Industry".

Pero además citan un análisis elaborado por el propio ministerio de De Vido, llamado "Estimación del Costo del Gas en Cabecera de Gasoducto Troncal" (fojas 3 a 64 del expediente N° 0265888/2003), del que, según estiman, surgen las causas por las que declinó la exploración y explotación de gas natural.

"Resulta impostergable el adoptar decisiones que tiendan a evitar posibles situaciones futuras de insuficiencia de suministro, que condicionen no sólo las prestaciones actuales, sino también el crecimiento de la demanda asociada al crecimiento de la economía", esgrimieron. Los asesores exigieron, en ese rumbo, celebrar nuevos acuerdos con los productores y retornar a un mercado desregulado conforme a lo dispuesto en el artículo 83 de la ley 24.076 y nuevas "pautas básicas" para el sector.

Para impulsar inversiones diagramaron un "sendero de normalización" en un plazo no mayor a los 36 meses para el sector residencial (el doble de tiempo que se preveía para el industrial), y así encarar lo que ellos mismos denominaron la "normalización y convergencia hacia los niveles de precio de equilibrio".

El 16 de enero de 2004, los asesores legales de Folgar, Horacio Ahumada y Laura Haag, presentaron un memo sobre el "Proyecto de decreto de normalización de los precios del gas natural y pass through ". Son las bases de los decretos 180 y 181, aprobados ese mismo año por De Vido, pero con pobres resultados para el sector.

El primero de los decretos preveía la creación del Mercado Electrónico de Gas, que, en rigor, nunca funcionó. El segundo mejoró el valor del gas para las industrias, pero, aunque preveía una actualización en el valor del fluido que se vendía a los usuarios residenciales en 2006, nunca se implementó completamente.

"No obstante, superado el momento posterior a la devaluación resulta indispensable la recomposición de precios que dé sustentabilidad al sector productor de gas natural", afirmaron Ahumada y Haag para luego -al igual que el Enargas- advertir que se observó un aumento del consumo mayor al 13% en el que se destacan el industrial y el de GNC.

Con un congelamiento de precios que llevaba ya 24 meses, y con "una importante declinación en el flujo de inversiones asociadas a la exploración y desarrollo de reservas de gas natural", los analistas legales de Planificación pidieron "respaldo político adecuado" para volver a negociar con los productores. Reclamaron que ese acuerdo sea sometido a consideración del "señor ministro".

Luego, sin dudarlo, Ahumada y Haag alertaron: "Para que exista consumo de gas, antes debe existir su producción, transporte y distribución". Según los asesores, el proyecto de decreto "propone una salida consensuada sincera y sustentable con el sector de la producción". Y esa forma era necesaria porque "es la única manera de brindar seguridad jurídica y no colocar a la producción de gas en una situación de colapso que conduzca al sector a una situación de desabastecimiento".

Casi un mes después, el 13 de febrero de 2004, Cameron esgrimió esos argumentos ante De Vido: "El sector gas necesita de la realización de un cambio estructural e integral", expresó. "De continuar la tendencia actual, el segmento de producción sólo podría entregar en promedio cantidades adicionales de gas natural en los valles de consumo (en el verano o los días de medias o altas temperaturas), pero no se estaría en condiciones de abastecer adecuadamente a toda la demanda que se produce en los picos, que es cuando la demanda residencial y comercial para calefacción se agrega a la demanda para GNC de las industrias y la generación".

Cameron también advirtió que el congelamiento impuesto por la crisis "no permite recuperar los costos de exploración y producción". Por eso, el secretario de Energía pidió entonces "dar señales de precios de mediano y largo plazo" y un plan de normalización, gradual y paulatino, que no podía extenderse más allá del 31 de diciembre de 2006.

Según el funcionario, esos precios finales deberían estar en el orden del 80% de los precios en dólares que regían antes de la pesificación. Cameron ofrece entonces una certeza que en la actualidad sonaría golpista ante el Gobierno: "El dólar es la moneda de cambio común en el mercado de hidrocarburos y derivados; ésta es una realidad que se presenta en el país y en todo el mundo".


US$ 4697
Cuenta millonariaSon los millones de dólares a los que ascendieronlas importaciones de gasen 2012, lo que representa una suba de 60% respecto del año anterior.

Fuente: Diario La  Nación



domingo, 14 de julio de 2013

El ‘fracking’ atrae réplicas de terremotos lejanos


Científicos comprueban que la alteración del subsuelo por la actividad humana aumenta el riesgo de seísmos.





Los enemigos del fracking, la controvertida técnica de extracción no convencional de gas, tienen nuevos argumentos para cuestionarla o, al menos, exigir un estricto control medioambiental a este tipo de explotaciones de hidrocarburos. Un estudio publicado ayer en la revista Science relaciona los terremotos con la inyección de aguas residuales, una de las técnicas que usa el fracking. Los investigadores, de la Universidad de Columbia, aseguran que seísmos ocurridos en lugares lejanos han desencadenado terremotos en zonas de Estados Unidos donde se elimina el líquido sobrante de las explotaciones (no solo de gas; también de petróleo) inyectándolo en el subsuelo a gran profundidad. El estudio habla, por ejemplo, de un terremoto en Chile que provocó actividad sísmica en Oklahoma y de otro en Japón (el del tsunami de 2011) que generó seísmos en Tejas.

La sismicidad inducida por terremotos ocurridos a miles de kilómetros es algo conocido, explica por correo electrónico el investigador principal, el geólogo Nicholas van der Elst. “Para que suceda, las fallas tienen que estar al borde del colapso, y eso sucede de forma natural cuando la presión de los fluidos es muy alta. Es la primera vez que observamos este tipo de terremotos inusuales en una región donde la presión ha aumentado de forma artificial”. Es decir, fruto de la actividad humana. Van der Elst precisa: “No hemos observado grandes terremotos como consecuencia directa del fracking. Es la eliminación de los fluidos la que supone mayor peligro”.

La fractura hidráulica, o fracking, consiste en romper las rocas que albergan los hidrocarburos (gas o petróleo) mediante la inyección a presión de un compuesto de agua, arena y productos químicos a gran profundidad. La técnica usa ingentes cantidades de agua, de las que luego hay que deshacerse. Una pequeña parte de los fluidos residuales retorna de manera natural a la superficie, pero la mayoría se trata, bien en superficie (se construyen balsas y se deja evaporar), bien reinyectándolos en el subsuelo. Esta última opción es la más utilizada en las explotaciones de Estados Unidos.

“La eliminación de agua residual en pozos profundos diseñados para ello tiene el potencial de inducir terremotos lo suficientemente potentes como para preocupar a la sociedad”, asegura vía e-mail William Ellsworth, especialista en sismología del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). “Es muy común eliminar los líquidos residuales, no solo procedentes de fracking, sino de muchas otras fuentes, mediante este tipo de pozos en Estados Unidos, donde hay más de 30.000. Solo unos cuantos se han asociado con terremotos”, explica.

La técnica del fracking induce “miles de microterremotos” como parte del proceso industrial de fracturar la roca para extraer el gas, explica Ellsworth, que señala que el mayor de ellos alcanzó una magnitud de 3,6 en una zona remota de Canadá. “Este tipo de seísmos casi no suponen riesgo, no constituyen un problema de seguridad”. Hay que distinguir, por tanto, entre la fractura hidráulica y la inyección de aguas residuales. Es esta segunda la que en marzo provocó, según un estudio publicado en la revista científica Geology, un seísmo de magnitud 5,7 en Oklahoma, que dejó dos heridos, 14 casas destruidas y carreteras dañadas. El trabajo de Science también habla de este incidente. Asegura que el gran terremoto que sufrió Chile en 2010 desencadenó 16 horas después uno de magnitud 4,1 en Oklahoma, precedente del de 5,7 que posteriormente provocó los destrozos.

“Este estudio es un acicate para profundizar más en estos riesgos, que hay que tener muy presentes”, afirma Luis Suárez, presidente del Colegio Oficial de Geólogos. “La actividad humana genera unos riesgos que incrementan el riesgo natural, pero me gustaría contextualizar que en España la actividad sísmica es moderada”, añade. “Nuestra postura es clara: hay que conciliar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente, sobre todo en un país como el nuestro, con una enorme dependencia energética. Eso sí, hay que tener reglas claras comunes en todo el Estado sobre los controles ambientales”, señala.

Shale Gas España, la plataforma de las empresas interesadas en explotar el fracking, subraya la “importancia de contar con los mecanismos necesarios para gestionar los riesgos asociados”. “En España, como parte de la Evaluación de Impacto Ambiental (que será obligatoria para los proyectos de exploración de gas no convencional), es obligatorio realizar pruebas antes, durante y después de la perforación de un pozo”, señala su portavoz.

Dos terremotos ocurridos en una explotación de fracking cerca de Blackpool (Inglaterra) en 2011 motivaron que el Reino Unido impusiera una moratoria de dos años. Los expertos aconsejaron extremar los controles. “Recomendamos establecer un monitoreo de microseísmos con un sistema de semáforo que paraliza la actividad si los terremotos alcanzan una determinada magnitud”, explica por e-mail David Styles, geólogo de la Universidad de Keele (Reino Unido) y coautor del informe encargado por el Gobierno, que hace dos meses volvió a dar luz verde al fracking.
Fuente: El País

viernes, 12 de julio de 2013

La última presa



"Los especiales de hoy son ensalada de líquenes, tapa de cucarachas y un entrante de rata asada". 
"Ambientalistas alarmistas, y mira que decían que sólo quedarían las cucarachas"


Queridos lectores,

Hace pocos días pude comprobar en mi entorno algunas reacciones extrañadas e incluso airadas después de ver ciertas noticias con recomendaciones un tanto sorprendentes hechas por las Naciones Unidas respecto al tema de la alimentación humana, a través de la organización que se dedica a abordar estas cuestiones, la FAO. Efectivamente: si hace apenas un par de semanas la FAO alababa las excelencias de una dieta basada en insectos para proporcionar proteína a los hombres, unos días más tarde una nueva delicatessen marinas nos era propuesta: las medusas.

No han sido pocos los comentarios jocosos que ridiculizan estas propuestas de la FAO. Poca gente ha profundizado en el problema para comprender el por qué de estos anuncios tan estentóreos y, aparentemente, fuera de tiempo y de medida desde la perspectiva de Occidente. Tales mensajes, sin embargo, son muy sintomáticos de dónde estamos, hacia dónde vamos y, sobre todo, a dónde podemos llegar si no rectificamos a tiempo.

Merece la pena recordar que estamos sufriendo la tercera crisis alimentaria global en cuatro años, propiciada en muy buena medida por la dependencia de las explotaciones agrícolas de Occidentes sobre los combustibles fósiles. El profesor David Pimentel, de la Universidad de Cornell recuerda a menudo que por cada caloría que llega al plato de un occidental se han consumido 10 calorías de combustibles fósiles en forma de fertilizantes, pesticidas y la energía usada para mover la maquinaria agrícola, el transporte de alimentos y el mantenimiento de la cadena de frío o de conservación. La productividad de las tierras en los países occidentales es muy grande, bien es cierto, pero es gracias al uso intensivo de maquinaria y productos químicos, y sin ellos bajaría de forma rápida y radical. El caso es que la FAO ha hecho repetidos llamamientos de alerta sobre los bajos niveles de reservas de grano y de alimentos en general, sin que se haya producido una concertación internacional apreciable, ensimismados como están los occidentales con la crisis económica.


Hace dos años analizábamos en profundidad cómo el grado de dependencia de los alimentos importados de los países del Norte de África y Oriente Medio era uno de los factores clave que explicaban el estallido de revueltas que se dio en conocer como Primavera Árabe. Hoy, dos años más tarde las condiciones que dieron lugar a esos estallidos de Enero y Febrero de 2011 se reproducen, con algunos países como Egipto internándose más profunda y rápidamente en el caos más allá de las esperanzas depositadas en los nuevos Gobernantes. Lo cierto es que Egipto ha pasado de ser un exportador neto de petróleo a ser importador justamente en 2011, y sin las regalías del petróleo Egipto no puede pagar por los alimentos que necesita importar. Se ve por tanto en un cruel dilema: o restringe el acceso de su industria o población al petróleo o come. Y ahora se mueve en el filo de la navaja, entre exportar o no exportar.



Otros países como Túnez consiguen financiación suficiente gracias a los ingresos del turismo, pero se pueden anticipar nuevos estallidos en países cuya principal industria es la producción de petróleo y que difícilmente podrían adaptarse a perder tal fuente de ingresos. Uno de los más amenazados por una inestabilidad nada lejana es Argelia, país que hace tan sólo 20 años sufrió una sangrienta guerra civil auspiciada desde Occidente. La producción de petróleo de Argelia está cayendo alarmantemente, con muchos anuncios de problemas muy serios en las explotaciones y como pasa en muchos países, una incapacidad política de aceptar que la producción de petróleo ya sólo puede caer.





Una revuelta de gran calado en Argelia puede traer mucha inestabilidad a la región, sobre todo a los países limítrofes, aparte de cortar una de las dos vías principales de aprovisionamiento de gas natural de Europa y fundamental para España (río revuelto de que los adalides del fracking patrio intentarán sacar buen provecho, abusando de la necesidad para consumar esta estafa). Y el círculo de países potencialmente explosivos en este área (Norte de África y Oriente Medio) es bastante amplio: Yemen, Bahrein, inclusive Irán... Países con muchos desequilibrios interiores y una enorme dependencia del exterior en una cuestión crítica como es la alimentación.

Pero las cosechas de invierno en el hemisferio norte están, ahora mismo, en peligro. Todo depende ahora de que los bandazos asociados a la inestabilidad climática creciente no las den al traste. Este año el verano podría ser relativamente frío, tormentoso e inestable en Europa como consecuencia de un fenómeno bastante singular, como es la inestabilización de la Corriente de Chorro atmosférica que nos da calor y humedad. Singular no porque tal inestabilización no se haya observado nunca, sino porque parece un fenómeno persistente y creciente asociado al rápido deshielo del Polo Norte. Porque mientras el sur de Europa se extraña de ver pasar uno y otro frente borrascoso empujado por el viento polar, en las zonas más norteñas, dentro ya del Círculo Polar Ártico, los termómetros muestran asombrosas temperaturas de 30ºC. Eventos que, aisladamente, pueden reportar los anuarios estadísticos meteorológicos, pero nunca en tantos sitios a la vez y durante tantos días.

Aunque preocupante, si el verano al final es atropellado e inestable este año no es lo peor; lo verdaderamente grave es si a partir de ahora cada año la situación se reproduce, porque es cuestión de tiempo (y no mucho) que vengan varios años seguidos de malas cosechas. Malas cosechas en una de las zonas más productivas por mecanizadas del Mundo, y el granero del Norte de África y de Oriente Medio. El tiempo parece haber dado una pequeña tregua en la zona de España en la que yo vivo, aunque ya veremos lo que dura. Tendremos que vivir pendientes del cielo a partir de ahora (y mientras no llegue La Tempestad).

Ya faltan alimentos y su falta se agravará en los próximos años, por el exceso de explotación de algunas tierras, por la falta de combustibles fósiles y por el cambio climático. En este contexto, no es de extrañar que la FAO hable de comer insectos (puesto que el ganado consume mucho grano). Pero, ¿y las medusas?


La propia FAO avisaba hace más de una década que las capturas de peces habían comenzado su declinación por la sobrepesca. Si se mantuviera la presión actual, el ser humano exterminaría todas las especies de peces (las que no se usan para alimentación humana se usa como harina de pescado para engordar los peces en granjas marinas o piscifactorías) entre 2030 y 2050. A medida que el
agotamiento de las pesquerías se va haciendo más y más palpable (con bancos españoles faenando en las costas de Somalia o en las islas Malvinas) el mar se va poblando de medusas, por la drástica caída de población de sus depredadores naturales (como el atún rojo en el caso del Mediterráneo).


Así las cosas no es de extrañar que haya algunos negocios que proponen aprovechar proteínas animales de origen, digamos, inusual; uno de los más veteranos es Edible-shop.com; vayan y sorpréndanse.

Una vez más el libre mercado triunfante encuentra sustitutos en cuanto se presentan los problemas... Pues no. Hay un problema fundamental: la capacidad de producción de biomasa de una red trófica. La frase suena enrevesada, pero la cosa es simple. Queremos comer insectos, pero, ¿qué comerán ellos? Sin los excedentes actuales, con los campos de cultivo en decaimiento, con un clima más inestable, la cantidad de insectos total será menor. Será aún más costoso cazar la cantidad suficiente de ellos para mantener a los hombres (baja TRE). Y una vez cazados dan pcoo rendimiento, con su exoesqueleto de quitina no aprovechable y más difícil de digerir. Con las medusas pasa algo semejante: ¿qué comen las medusas? plancton, crustáceos, larvas de pez... salvo que nos pongamos a comer el plancton, de todo lo demás ya estamos compitiendo con ellas. Al final, el problema es claro: los animales forman una red compleja de dependencias mutuas, llamada cadena trófica, y si destruimos demasiados eslabones de esa cadena puede colapsar completamente. Al final no podremos comer ni insectos ni medusas porque no habrá bastante, y los exterminaremos como a todo lo demás.

Los planteamientos discutidos en este post muestra que en el fondo no hay la más mínima intención de cambiar, de variar el rumbo. Vivimos en una continua huída hacia adelante, incapaces de ver la realidad como si los subsistemas fueran independientes del todo. Lo único importante es mantener a ultranza un programa: el del depredador a ultranza, del máximo depredador. Por eso la respuesta de los países más opulentos a la caída de la productividad de sus tierras es el acaparamiento de tierras o land grabbing en otros países. La misma lógica rapaz que estamos aplicando a los alimentos es la que aplicamos a cualquier otro recurso, y así contaminamos ríos y acuíferos para explotar las arenas asfálticas del Canadá desde hace una década:






Los biocombustibles o el fracking son simplemente expresiones últimas de esa locura crematística, que no piensa pararse ante nada, aunque acabe dejando el mundo como en la viñeta que abre el post.

Cuando todo lo demás escasee, cuando no haya nada más que depredar, aún quedará una presa. La última presa: el Hombre. En la conferencia de Barbastro hace dos años mencionamos el procedimiento corpse-to-liquids (convertir cadáveres en sucedáneos de petróleo) como salida a la crisis energética, aunque los humanos también se podrían aprovechar como alimento. Visiones de hombres cazados por hombres que cada vez más se nos transmite desde el cine, prefigurando nuestra realidad, incluso en las películas más "serias".





Ésta es la lógica final de nuestro sistema económico, el punto de llegada de una carrera que empezamos hace dos siglos.

Salu2,
AMT
Fuente: The Crash Oil

martes, 9 de julio de 2013

Ordenaron una compra urgente de gasoil para evitar cortes eléctricos


YPF pidió 9 cargamentos a nombre de Cammesa, la firma que administra el sistema, para destinar a usinas; costarán U$S 385 millones.


El déficit en la producción de gas y el clima (en esta ocasión, no se trató de las bajas temperaturas, sino de la fuerte crecida del río Paraná, que obligó a bajar la producción de la central binacional Yacyretá) se combinaron una vez más en las últimas semanas para darle un nuevo dolor de cabeza al Gobierno. La respuesta oficial fue rápida: ordenó a YPF hacer una importación urgente de gasoil (un sustituto del gas en las usinas térmicas) por aproximadamente 385 millones de dólares para abastecer al sistema y evitar, de esa manera, eventuales problemas en el abastecimiento eléctrico en los próximos días. El éxito de la gestión, sin embargo, no está garantizado, porque las interesadas en proveer el insumo no estaban seguras de si podrían cumplir con los plazos.

Sin haber dado un solo indicio previo, la compañía que conduce Miguel Galuccio puso en marcha el viernes 28 de junio pedidos a comercializadoras internacionales de gasoil para abastecer nueve cargamentos de ese insumo. La condición principal era que los embarques llegaran en la primera quincena de agosto. De acuerdo con el cronograma que distribuyó YPF, el primer barco debía atracar en la costa argentina entre el 1° y el 2 de agosto, mientras que el último debía hacerlo no más allá del 14 o el 15 del mismo mes.

A diferencia de la urgencia con la que convocó a los proveedores de gasoil, los plazos de pago que ofreció la compañía estatal son mucho más holgados y, por lo tanto, menos tentadores para los potenciales interesados. Parten de 95 días -los más urgentes- y contemplan un plazo máximo de hasta 125 días.

Fuentes del mercado estimaron que cada embarque contará con 50.000 metros cúbicos (m3) aproximadamente, a 850 dólares el m3. La urgencia hará que ese dinero vaya, casi con seguridad, a pagar importaciones, un ítem que Galuccio y el viceministro de Economía, Axel Kicillof, intentan reducir para evitar la salida de dólares en medio del atolladero cambiario.

En 2012, las importaciones de energía rozaron los 10.000 millones de dólares, por lo que se mantuvieron en un nivel similar al del año anterior, aun en un contexto de menor consumo debido al enfriamiento de la economía.

Desde el punto de vista de las cuentas públicas, implican una sangría enorme: el país destinó uno de cada 10 dólares que ingresaron por exportaciones a cubrir el déficit energético.

La importación de energía, además, continuó en ascenso en los primeros meses de 2013. De acuerdo con el cálculo de consultores privados, podría culminar el año en torno de los 15.000 millones de dólares; es decir, un 50% por encima de los números de 2012.

Cuenta y orden

En la práctica, YPF es apenas un intermediario del Estado para importar combustibles. Hizo el pedido por cuenta y orden de Cammesa, la compañía administradora del sector eléctrico. Esa empresa, mixta en los papeles y en la práctica controlada por el Gobierno, es la mayor beneficiada con los subsidios estatales. Sólo en el primer trimestre del año recibió 6546 millones de pesos, que destinó a solventar operaciones como la que le acaba de solicitar a la petrolera que conduce Galuccio.

Cammesa dio la orden cuando advirtió un escenario muy desfavorable para el suministro eléctrico en los próximos días. Por un lado, el Gobierno intenta reducir las importaciones de gas natural licuado (GNL), que llega al país por barco y genera una salida importante de divisas. Fuentes al tanto de las operaciones, además, sostienen que la empresa sufrió la demora en la entrega de uno de sus proveedores.

En paralelo, la crecida del río Paraná redujo en aproximadamente un 20% la oferta de energía de Yacyretá, el mayor complejo hidroeléctrico del país, debido a la reducción del salto de la represa.

Ambos factores derivaron en una menor disponibilidad de gas natural para las centrales en un momento de caída en la oferta eléctrica doméstica. Eso ocasionó, a su vez, que el sistema más que duplicara el consumo de gasoil (una de las opciones más caras para producir energía).

El Gobierno también les pidió un nuevo esfuerzo a las empresas privadas, que debieron restringir aún más el consumo de gas para dejárselo al sector eléctrico. Según fuentes al tanto de la operación diaria del sistema, ayer volvieron a repetirse las restricciones a industrias, aunque en un nivel menor.

Desde la mirada del Gobierno, la importación adicional de gasoil es una muy mala noticia.

Por un lado, el combustible es mucho más oneroso que otras alternativas que utilizan las centrales de generación eléctrica, como el gas o incluso el fueloil, otro carburante líquido, por lo que implicará una mayor salida de dólares en un contexto de fuertes restricciones cambiarias.

Pronta entrega

Cammesa quiere que el gasoil llegue urgente, pero lo pagará a mediano plazo.
  • Emergencia
El viernes 28 de junio, YPF pidió, por cuenta y orden de Cammesa, cotizaciones para proveer 9 cargamentos de gasoil a un conjunto de empresas internacionales. El cronograma indicaba que todos los barcos debían llegar al país en la primera quincena del mes que viene. En parte, la urgencia se debe a la inesperada caída en la producción de Yacyretá, que se combinó con problemas en el abastecimiento de gas natural licuado (GNL)

  • Largo plazo

A las empresas no sólo las sorprendió la velocidad con que se requería el aprovisionamiento, sino también el extendido plazo de pago que ofreció YPF. De acuerdo con el cronograma que envió a fines de junio, el primer embarque en llegar sería pagado en 80 días, y el segundo, en 95. El buque con gasoil que llegue entre el 14 o el 15 de agosto sería cancelado, de acuerdo con la oferta oficial, en aproximadamente 125 días, es decir, casi a fines de año.